domingo, 26 de febrero de 2017

Hacer las cosas que nos gustan

A veces no me da tiempo de hacer las cosas que más disfruto y experimento un poco de frustración, pero al final siempre estoy en la posibilidad dejar de lado algunas actividades para dedicar más tiempo a lo que me gusta.  Entonces pienso en esas personas casadas y con hijos que siempre están ocupadas en las obligaciones que eso les demanda: el no poder dejar a sus hijos ni un momento y todas las tareas que implica llevar una familia. Me pregunto el nivel de frustración que deben alcanzar a veces, porque somos seres humanos y nuestras pasiones siempre estarán ahí llamándonos, podemos ignorarlas momentáneamente  pero no por eso llegan a desaparecer.


Mantener una familia consume mucho tiempo y mucha energía en deberes, todas esas cosas que en apariencia “se tienen que hacer”, y todo eso desplaza en prioridad a las cosas que verdaderamente queremos realizar. Ir posponiendo las cosas que nos gusta hacer puede generar mucha frustración e imagino que por eso a veces suele generarse un ambiente tan tenso y de constante irritación en las familias.
Creo que si en una familia no hay respeto ni se goza de cierto grado de libertad e independencia, puede generarse un profundo resentimiento y frustración. Porque así como necesitamos socializar también requerimos tiempo de forma individual, ese tiempo donde hacemos lo que nos apasiona, o simplemente nos mantenemos alejados de todo lo que nos genera estrés.
Sospecho que una gran cantidad de personas no fueron conscientes de lo que implicaba tener una familia y se aventaron a formar una pensando que en ella radicaba la felicidad casi por antonomasia. Sin embargo, jamás supieron lo demandante que podía ser eso y no todos logran lidiar con el estrés que eso puede provocar. Aquello termina siendo un martirio para muchos.
Personalmente no estoy dispuesto a abandonar la libertad de la que gozo, ni el tiempo que invierto en las cosas que me gusta hacer. Fuera del tiempo que invierto en el ámbito laboral, las horas restantes quedan completamente a mi libre albedrío. Puedo dormir, leer, escribir, ir al GYM, ir a bailar… lo que me venga en gana, no hay deberes más que conmigo mismo y eso es algo que no pienso dejar. Por eso no quiero enrolarme en una relación inmadura en la que deba abandonar gran parte de las cosas que me gusta hacer. Pienso que de tener una relación sería en libertad (y no confundir libertad con libertinaje), no tengo derecho a impedir que mi pareja haga lo que no quiere o deje de hacer lo que le gusta, no tengo por qué restringir esas cosas de las que disfruta y son parte de su esencia, y esto debe ser recíproco.

El problema del amor es la carga de pertenencia que se le atribuye y ese es un error común y devastador. El amor ni siquiera es sinónimo de propiedad. En lo que a mí respecta, no pienso abandonar mi soltería para meterme a una relación de impedimentos, y no es que pretenda tener una relación y seguir como si estuviera soltero, no, porque esto sería también inmadurez; porque una relación también requiere de tiempo, de dedicación y cierto sacrificio, un sacrificio que en vez de generar malestar genera bienestar. Estoy dispuesto a invertir tiempo, vida, lo necesario para estar bien, pero no para estar peor.

Hay que pensar lo que uno quiere e ir por eso, la secuencia de vida que nos han trazado no funciona para todos y es decisión de cada uno ir armando nuestra vida como mejor nos acomode,  y creo que siendo el mundo tan variado hay muchas posibilidades de hallar quien tenga similitudes con nosotros.     

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