domingo, 2 de julio de 2017

El show de Truman, metáfora de nuestra "realidad".

El día de ayer volvía a ver la película El Show de Truman (1998), interpretada por Jim Carrey, que trata sobre la vida de un hombre que, sin saberlo,  ha estado encerrado en un reality show desde su nacimiento.


El productor del reality ha construido un pequeño pueblo dentro de un domo completamente cerrado en el que todo es parte de una simulación, desde los pobladores que son actores hasta las puestas de sol, la lluvia y la historia que se teje alrededor del único personaje, Truman, que ignora que el diminuto mundo en que habita es parte de un guion, y que cada suceso es planeado con premeditación por los productores. Truman tiene un trabajo, una casa, un auto y una esposa; sin embargo, ignora que aún la mujer con la que ha vivido durante años tampoco ha sido producto de una decisión libre, ya que ha sido escogida y puesta en su vida de forma estratégica para que se enamorara de ella y terminaran casándose. Y así, sus amigos, vecinos, el tendero, el policía y su misma madre son actores en la vida de Truman. Nada a su alrededor es netamente cierto, aun cuando para Truman así ha sido siempre.   

En el momento del lanzamiento de la película Jim Carrey tenía alrededor de treinta y seis años, que sería también la edad aproximada del personaje. Es hasta esa edad donde Truman comienza a cuestionarse sobre su vida y decide que es momento de salir de ese pueblo y buscar nuevos rumbos, sin embargo, los productores harán todo lo posible por impedirlo generando alrededor de él las circunstancias necesarias para terminar con sus deseos de emancipación. Todo a su alrededor conspira para apagar en él sus sueños de crecimiento, y tal es el empeño de la producción que uno de sus propósitos es que Truman tenga un hijo, a sabiendas de que esto sería una forma de posponer indefinidamente sus planes de emancipación. Sin embargo, la voluntad de Truman es mayor y al final logra vencer sus miedos y todo lo que intenta sabotear sus pretensiones de verdadera libertad.  

Domo 

¿En qué grado muchos de nosotros podríamos estar en la situación de Truman? Quizá estemos inmersos en nuestro domo de seguridad, prisioneros de nuestros miedos y los límites que ese Ente impersonal nos ha impuesto a fin de que jamás salgamos de ese domo que han creado para nosotros. Seríamos personajes que, como Truman, pensamos que somos libres, que podemos decidir siempre y cuando lo hagamos dentro de los parámetros que ese Ente nos ha marcado.

El show de Truman me parece una acertada metáfora de la realidad mediática en que vivimos actualmente. Muchos piensan que son las reglas impuestas por los gobiernos las que sujetan a los hombres y mujeres dentro de nuestra sociedad, sin embargo, esto no es del todo cierto. La forma más imperceptible y efectiva de manipulación y de coacción no reside en el gobierno, sino en la misma sociedad, y los gobiernos la aprovechan cuando les resulta útil. El modo más eficaz de limitar al ser humano es a través de la “opinión pública”, de la “moral” en turno, de la religión, de las pasiones, en resumen, no se trata de encadenar al ser humano de forma externa con grilletes y candados, sino basta con meterse en lo más íntimo de su ser: las pasiones.

Nuestra sociedad se encuentra regida por ideologías, por modas y por deberes y cuanto más nos alejemos de ellas más seremos relegados, linchados por las lenguas viperinas, exhibidos y ridiculizados ante la sociedad, ante la “opinión pública”. Es tal el valor que se le da en la actualidad a la opinión pública que abundan los casos de suicidios de personas que no soportan los juicios y terminan por aniquilarse a sí mismos.  

La idea más ruin y miserable que se ha propagado es la del ideal de “igualdad”. Bajo el precepto de que todos somos iguales, la diferencia no hace más que relegar; pero aún la idea de igualarnos a todos es escabrosa, ya que anula la exclusividad de cada uno de nosotros y busca emparejarnos, acoplarnos a un molde en el que a fuerza nos quieren hacer entrar. Esto es de una manipulación cínica.

Como Truman, habría que pensar en todo eso que nos detiene a salir de nuestro domo aclimatado y “seguro”.  Pensar si deseamos algo más allá de él, o decidimos quedarnos dentro.

Despedida de Truman

Bajo el dintel de la puerta que divide al Domo del mundo real, el productor le dice a Truman “Allá a fuera hay peligros, aquí dentro tienes una vida segura y sin peligros” (Algo así como la historia del Edén bíblico) Truman simplemente contesta “Buenos días. Y por si no nos volvemos a ver, buenas tardes y buenas noches” Acto seguido atraviesa la puerta.      

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