¿Cómo lidias con las necesidades? Porque hay sensaciones que
florecen desde dentro que podría decirse que son propias de tu
humanidad como la risa, la actividad física, el esparcimiento, la
independencia; y me refiero, en este caso, a una necesidad de contacto que de pronto
sobreviene y se instala punzante, impersuasible.
Los de vida asceta dirán que no necesitas del sexo para vivir.
Tampoco necesitas la risa, del aroma del mar, ni del esparcimiento; y entonces
te reducen a un simple organismo biológico que sólo requiere alimento, agua y un poco de
sol.
Qué complicado resulta a veces satisfacer
nuestra sexualidad cuando somos solter@s. Está la masturbación pero no es lo
mismo, no es igual. Y es que yo hablo del contacto, de la buena cogida, de esa
sexualidad que implica mucho más que la interacción
de nuestros aparatos reproductores. Me refiero al arte de la cogida que sólo
se obtiene con la práctica, que no es sólo
meter y sacar. Porque meter y sacar es
casi equiparable a la chaqueta* (y a veces una chaqueta puede ser mejor).
Ojala entre solter@s pudiera haber más entendimiento,
una especie de complicidad para no verse
privados de algunas necesidades. ¿Por qué es tan difícil tener sexo?
Ojala fuera tan fácil como salir a tomar un café, como cuando invitas a una amiga -o un
amigo- a comer, al teatro, al cine. ¿Por qué nos inhibe aún el sexo?
En muchas culturas, y la mexicana no es la excepción,
el sexo esta intrínsecamente ligado a la culpa; siempre vigilado férreamente
por la moral en turno y cuando sales de los parámetros permitidos hallarás
jueces en todos lados. El sexo, desafortunadamente, no ha quedado desligado del concepto de la “suciedad”
mental. Por eso la relación sexual no entra dentro de las convivencias
habituales entre amig@s, es más, aún entre parejas suele ser un tema
complicado y motivo de desavenencias e insatisfacciones. ¿Qué
será
más
terrible, la frustración sexual en la soltería
o en el matrimonio?
A veces veo a mujeres solteras que
expresan de una u otra forma su necesidad y deseo de disfrutar de la
sexualidad. Sin embargo, estas en completa libertad de invitarlas al cine, a
disfrutar de un café,
pero jamás les propones un
encuentro erótico, no a todas,
digamos que no es algo habitual. Pero este ideal de relajación sexual es utópico, la idealización de un soltero calenturiento
que ha pasado ya bastantes días
sin disfrutar de la feminidad de una mujer y que en su ansiedad desearía que no fuera tan complicado
pasar un buen momento en compañía
de alguien de confianza.
En mi mente anhelante desearía contar con la complicidad de
una soltera -aunque podría
ser una casada, sólo
que las esposas suelen tener un horario muy complicado-, en una forma de
mantener satisfechas los deseos y necesidades mutuas.
¿Y por qué no conseguirse una pareja y
ahorrarse esa palabrería
desesperada?
Sería lo ideal, pero tampoco vas a fingir estar enamorado para
tener sexo. Y en cuanto a una pareja estable, de sentimientos románticos y nobles compartidos,
pues habría que encontrarla y eso,
por lo regular, toma su tiempo y su proceso. Y en ese proceso, surgen estas
necesidades. Y quien sabe, quizá
en ese intercambio sexual surja algo, de la misma forma en que surge de los
paseos por el parque, las charlas con el café, las convivencias.
Cada quien, en su desesperación -¿o seré el único que llega experimentarla?-
hallará las formas de saciarla,
porque en ningún
momento he pensado convertirme en un asceta. Solo pienso que podría ser menos complicado y, a
veces, menos riesgoso.
Parece un llamado a la
promiscuidad, a un desenfreno sexual. Pero no es ese el extremo al que quisiera
llegar, porque además
es cierto que cuando tienes relaciones tu anhelo disminuye por un tiempo. Y en
suma, sólo es una reflexión sobre la forma en que quizá podríamos cubrir unas necesidades y
no la forma como podríamos
llegar a una vida frívola
y promiscua, al final, supongo que aspiramos a algo más elevado, no sólo física sino también emocionalmente.
*El término Chaqueta se utiliza en México
para llamar coloquialmente a la masturbación. Así, uno puede decir “me
estoy hacienda una chaqueta”, o “deja de chaqueteartela”.
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