Cuando tenía
alrededor de 24 años ingresé a trabajar en una compañía de venta de autos por
autofinanciamiento, y antes de mandarnos al ruedo, a los directivos les pareció
buena idea que el vendedor estrella nos diera una plática sobre sus técnicas.
Aquello se
convirtió en básicamente una plática de motivación personal. Es evidente que si
una persona no tiene ninguna motivación jamás tendrá buenos resultados, ni en
su vida ni en nada de lo que haga. La pasión y la motivación son
imprescindibles.
Pero de todo lo
que él dijo algunas cosas quedaron grabadas en mi memoria, y una de ellas tenía
que ver con los hábitos. Dijo, si queremos cambiar nuestra vida debemos cambiar
nuestros hábitos. Hay una frase muy trillada que se escucha en todos lados pero
no por eso deja de ser cierta por pura lógica y hasta en la ciencia encuentra
su verdad: las cosas se repetirán siempre igual mientras no haya cambios.
Cuando tenía
alrededor de 27 años comencé por voluntad propia, y sin que nadie en mi familia
se enterara –sólo mi novia lo sabía-, un tratamiento terapéutico con una psicóloga
para atender lo que más tarde supe se trataba de una ansiedad generalizada. No
es el momento de ahondar en eso, quizá en otra ocasión. Sin embargo, en aquel
entonces ella me recomendó que leyera un libro: El auto saboteo. Jamás lo
compré, básicamente me auto saboteé.
Hay algo en lo
que aquel vendedor estrella, mi terapeuta y Meredith Miller coinciden: hay que
cambiar no sólo los hábitos, sino también los pensamientos e ideas en las que
estamos atrapados.
Una de las
cosas más difíciles para un ser humano es cambiar. Nos habituamos a ciertos comportamientos
y los repetimos sin darnos cuenta; lo mismo sucede con esos pensamientos a los
que recurrimos incesantemente siempre bajo los mismos estímulos. No es difícil
identificar esos pensamientos recurrentes ya que siempre los traemos en la
cabeza; y tampoco debe ser difícil identificar esos comportamientos y
reacciones que siempre tenemos. Eso es precisamente lo que debemos cambiar si
queremos resultados distintos en nuestra vida.
Está es una de
las tareas más complicadas ya que por regla casi general esos malos hábitos
están muy enraizados en nosotros y los tomamos como verdades absolutas, cuando
sólo son unas verdades construidas dentro de nosotros mismos.
He pensado
mucho en ello los últimos días. He notado que mi cerebro trabaja siempre en una
sola dirección, esa que ya conoce y a la que se ha habituado. Lo mismo pasa con
mis reacciones y ciertos hábitos que yo considero me resultan nocivos. Así que
he tomado la determinación de cambiar esos pensamientos y esos hábitos tan
comunes para mí. No sé qué vaya a suceder, lo único razonablemente lógico es
que habrá cambios, y lo que ahora necesito con urgencia son cambios. Malos o
buenos, pero necesito cNo te salves,
“no te quedes inmóvil al borde del abismo”.
Dice Sthepen R.
Covey en su libro 7 hábitos de la gente altamente efectiva, que vemos el mundo
como somos nosotros, como son nuestros pensamientos. Necesito cambiar mi mundo,
mi percepción de él; hay cosas que hago que seguro me están jodiendo mi propia
vida, necesito que mi vida sea distinta y para eso necesito comenzar a cambiar
algunos hábitos.
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