Un Atrevido Don Juan (Don Jon, su título
original)
La estereotipada vida
del soltero, así, tal cual la mayoría la imagina.
Es cierto que siendo solter@
puedes acostarte con quien sea, aunque habría que agregar en letras chiquitas
“cualquiera que lo desee”. Sin embargo, según dicen algunos estudios, y yo
podría corroborarlo, los casados o quienes tienen pareja tienen más sexo que
l@s solter@s.
En efecto, quizá la
mayoría de l@s solter@s vemos más pornografía que los que tienen pareja. Es una
de nuestras válvulas de escape sexual, y al contrario de quien tiene pareja y
tiene acceso con relativa facilidad a intercambios sexuales, para nosotr@s el poder
estar con alguien es un poco más complicado hasta por cuestiones de logística.
El personaje Jon
Martello vive sólo, dedicado a su auto, a sus amigos, el gimnasio, la pornografía
y las mujeres (aquí podría preguntar ¿por qué nunca se ha hecho una película
así sobre una soltera?).
Debo confesar que es
cierto y aunque parezca una obviedad hay que reconocerlo, lo que se ve en la
pornografía dista mucho de suceder en la realidad. Supongo que tiene que ver
con varios factores que pueden comenzar con la práctica, el conocimiento de
nuestra pareja y las libertades que tengamos de hacer determinadas cosas.
Las actrices porno son
eso, actrices y se les paga para que hagan cosas que pueden o no agradarles
(como en cualquier trabajo). Si tu pareja en turno dice “esto no”, te chingas,
porque no estamos para obligar a alguien a hacer algo que no quiere. En mi
experiencia es muy difícil encontrar una mujer que haga absolutamente todo lo
que hace una actriz porno y siempre hay algo a lo que le dirán NO. Creo que es
más fácil cuando conoces a tu pareja, por lo que en una primera y, quizá, única
vez será difícil explorar todas las posibilidades que en un guion se pueden
condensar.
Debo decir que en este
tipo de historias las mujeres son seres casi inanimados y carentes de voluntad,
altamente persuadibles y manipulables.
En la realidad, esto es falso.
La mayoría de mis
relaciones “casuales” han sido con mujeres nada casuales, amigas a quienes
aprecio, mujeres que con toda su voluntad han decidido estar conmigo. Jamás me
he valido de la persuasión, al menos no a un nivel mezquino llevado por la
mentira y el engaño. En las películas las relaciones se dan de forma
inequitativa, donde el que gana es el hombre y la mujer queda como una fácil,
un ser conquistado y, como he dicho, sin voluntad alguna.
¿Puede existir una
relación de mutuo acuerdo, así, tan casual y sana como ponerse de acuerdo para
disfrutar de una tarde de teatro? Sí, y creo que es lo mejor, sin menoscabo
alguno y en una relación de completa paridad.
La película tendría
algunos otros puntos a considerar, pero sería mucho intentar tratarlos en una
sóla entrada y es muy seguro que en otro momento los abordemos.