sábado, 27 de junio de 2015

El egoísmo de l@s solter@s

Uno de los señalamientos que más solemos enfrentar l@s solter@s es  que al no querer o no tener hij@s nos califican de egoístas.

Con lo anterior dan por hecho la existencia de un Ser al que le estamos negando el acceso a éste mundo por puro hedonismo nuestro. De aceptar esta idea nos hacen sentir culpables, porque somos egoístas, sólo pensamos en nosotros y allá, en algún lugar indeterminado, un pequeño Ser derrama una lágrima de tristeza añorando entrar en el mundo terrenal para disfrutar de sus maravillas y padecer de sus crueldades. Ese pequeño Ser nos mira con desdén ya que le hemos negado la existencia… momento… porque a decir de los críticos éste ser ya existe; entonces sólo le estamos negando la existencia terrenal, porque el otro tipo de “existencia” al que aluden no sé en qué forma la imaginan o en qué y en dónde se realiza.




¿Cómo podemos entender el egoísmo con el que nos acusan por no querer tener hij@s?

Debemos entenderlo como una negativa a que alguien –nuestr@ hipotétic@ hij@- disfrute de las bondades del mundo terrestre. No queremos que disfrute del aire, del mar, de la comida, del amor, de la amistad, de la lluvia, etc. Pero lo anterior sólo puede visualizarse en la línea de que todos, todos estamos destinados a tener descendencia, caemos en nicho del “deber”, de la predestinación dogmática, de un destino lineal al que debemos apegarnos.

Hasta aquí me siento bastante extraño por tratar de defender nuestra libertad ante argumentos tan infantiles y fantasiosos, pero por alguna razón el que te llamen egoísta llega a ser molesto, porque además quienes te cuestionan suelen ser padres “orgullosos” o personas ansiosas de convertirse en tales, y parece que tu hedonismo, tu libertad, tu desparpajo les afecta y por esta razón te atacan de esta forma.

Pero no deja de ser una tontería, porque si nos atenemos a ese mito de l@s hij@s preconcebidos, latentes, estrellas en el firmamento añorando descender, entonces nadie se salva del egoísmo, porque entonces ¿cuántas estrellitas le corresponden a cada uno y cuántas son las que dejamos en el firmamento?



Pienso que esta acusación dolosa sólo puede partir de la hostilidad que muchas personas sienten por la rebeldía, por el alejamiento de normas culturales que ellos siguen casi por pura inercia. Cuando alguien toma en sus manos una decisión fuera del orden establecido se le reprueba, pero no tanto por romper la regla, sino por ser la excepción, por la libertad que se exhibe en estos actos rebeldes y que llevan un mensaje doloroso: hay otras formas de vida al alcance.

¿Será que es el arrepentimiento el que habla por ellos? ¿Será que nuestra soltería les ofende, les lastima? ¿Será que hubiesen deseado no tener descendencia a los 17 años?

L@s solter@s vivimos de una forma muy cómoda. La vida y el tiempo son nuestros en mayor medida. No repartimos, no nos dividimos. Quién decidió ser padre de manera consciente, por convicción, jamás te atacará llamándote egoísta. La gente feliz no escupe hostilidades, la gente infeliz sufre con la felicidad ajena e intenta contaminarla. 


Origen de las imágenes:


domingo, 14 de junio de 2015

Emancipación femenina: libertad para ambos.

El pensamiento machista puede compararse con una prisión en la que cohabitan prisioneras y celadores. Sin saberlo, el celador es un prisionero pues por la naturaleza de su “actividad”, permanece cuidando en todo momento al prisionero, lo que lo
reduce a un prisionero más al que podríamos considerar con ciertos privilegios.

Mantenerse cuidando a alguien en una prisión dista mucho de ser una “actividad”: ahí están los dos, cerca uno del otro, aislados del mundo, de la actividad corriente, mirándose todos los días en una rutina tan monótona y tan insípida en donde la espontaneidad y la sorpresa han desaparecido del todo. Nada ocurre ni ocurrirá en ese lugar que no sean los exabruptos repentinos de la frustración, espasmos repentinos ante tan extenuante inmovilidad. ¿Qué tipo crecimiento, de superación personal puede haber para estos dos individuos?  



Sucede lo mismo en un ambiente regido por el pensamiento machista donde el hombre, el varón, toma el papel de celador de la mujer. Él se aboca a celarla, a acotarla sus movimientos, a restringirla en sus potencialidades; empeñado en esta tarea, el varón no tiene tiempo para lo demás. Sus pensamientos están ocupados en juzgar a la mujer, en vigilarla y, en el paroxismo de la mediocridad, hasta en teorizar sobre las razones por las que él varón debe celar* a la mujer.

Creo, entonces, que en el momento en que una sociedad, tanto los varones como las mismas mujeres que a veces justifican y aceptan esta prisión, en el momento en que derribemos por completo esa prisión hombres y mujeres recuperaremos una libertad que nos hará crecer como sociedad, en conjunto, con un esfuerzo multiplicado.

El pensamiento machista ha aprisionado a los hombres con enormes cargas, desde el aspecto económico hasta el sexual: en esta prisión el hombre es el proveedor, el pilar del crecimiento, el valiente, el audaz, el duro, el fuerte, el imperturbable, el que siempre debe dar el primer paso, el que debe vencer en solitario todas las batallas, el responsable del placer sexual de su pareja, el que todo lo debe poder.



Con el advenimiento de la mujer y derrumba paulatino de esa prisión machista, las mujeres recuperan su libertad y los hombres también.

Aquí, en este espacio, creemos que una mujer debe determinar con total libertad la forma cómo debe llevar su vida, la pareja con la que quiere relacionarse y la forma como desea hacerlo. La mujer ya no vale en relación a la pareja que tiene, ni debe ser vista como una “bruja” por vivir en soltería, ni “quemada” por ejercer su plena libertad sexual.

La libertad implica una responsabilidad completa sobre sí mismo y, como ya he mencionado, la soltería representa plenamente esa responsabilidad. La mujer se hace responsable de sí misma, de su vida, de su moral, de su manutención, de su sexualidad, de su superación personal y profesional. El hombre hace lo mismo de su vida, y en esta independencia mutua, es mucho más posible que si se llega a tener una relación, entonces estará más enfocada a la convivencia y al afecto, y no como un simple juego de roles impuestos y más parecidos a una prisión social o cultural.


*Celar: cuidar, velar, vigilar, espiar.

jueves, 11 de junio de 2015

La repentina nostalgia por la vida en pareja.

Pensaba en las necesidades que uno tiene y en la frustración que a veces conlleva el no poder satisfacerlas. Solemos creer –quizá más de lo que lo pensamos- que nuestra situación es la más grave, que los demás la pasan de maravilla y que los problemas ajenos suelen tener soluciones más factibles y más al alcance que los nuestros.

Pensaba específicamente en todo eso que desde mi posición de soltero desearía de los casados, o de los que tienen pareja. Claro, es una visión parcial donde sólo caben las cosas buenas, los placeres, las ventajas. En los momentos en los que uno se siente miserable, sólo, abandonado, como ajeno al mundo, vemos en la vida en pareja la solución. Pensamos en un “Quisiera que…”



Te sientes sólo. Te sientes desolado. Sí, tu estado coloca de inmediato la solución: una persona que evitaría esos sentimientos indeseables, esa persona estaría ahí en ese momento –porque en ese momento la necesitamos- llamándonos, enviándonos un mensaje consolador, alegrando con su presencia nuestro mal día, esperándonos en casa o incitándonos a hacer el amor.

Todo lo bueno.

Pero.

Hay parejas en las que los integrantes experimentan episodios de soledad. Situaciones en las que cada uno se aboca a lo suyo, malos momentos en los que la soledad en compañía se hace patente y a veces esta soledad se prolonga por días, meses, años, y así viven, son solitarios que viven juntos.
Pienso entonces en nuestra situación, en esos momentos en los que deseamos tener a alguien a nuestro lado, idealizamos entonces y al ver insatisfecho ese deseo nos frustramos y caemos en la desolación. Entonces pensamos que todas las parejas están en ese mismo momento haciendo el amor, besándose, charlando, dándose ánimos, conviviendo en una sana armonía. En nuestro frenesí solitario olvidamos que podríamos estar experimentando este mismo sentimiento con alguien junto a nosotros.
Es sorprendente la cantidad de personas que viviendo en pareja viven insatisfechas, frustradas y solitarias. Así que nuestra situación no es la peor. Hay personas que viven en la miseria total aún teniendo pareja.
¿Quisiéramos compañía? Bien, pues aspiremos a ella, pero a una compañía de calidad, que al paso de los años los episodios de frustración y soledad no sean una rutina, un modus vivendi. No queremos una vida en pareja donde reine la soledad.



Somos solter@s, vivimos solo@s y a veces quisiéramos un abrazo, hacer el amor, una palabra de consuelo o de apoyo. Son momentos difíciles, pero es parte de nuestro estado, del precio que pagamos por nuestra libertad. No queremos enrolarnos con cualquiera sólo para paliar estos momentos, porque por increíble que parezca podríamos experimentarlos igualmente aún teniendo pareja.


Así, pensemos en eso, en nuestra fortuna, en nosotros y en el hecho de que en la medida que crezcamos individualmente y superemos nuestros miedos y malos hábitos, y tengamos bajo control nuestras decisiones y  forma de vida, nuestro camino siempre será mejor que el de quienes, cediendo a los estados emocionales viciados y a la tradición, ahora viven verdaderos tormentos en prisiones de los que no se atreven a salir.           

domingo, 7 de junio de 2015

Las tres perfectas casadas

Yo soy un hombre sin estabilidad, con un trabajo extraño y divertido que comienza en cada una de las obras que hago y que puede terminar bien o mal. Lo contrario de los banqueros; los bancos son vulgares y aburridos, pero los banqueros siempre terminan bien. Mauricio Garcés, Las tres perfectas casadas.

Gustavo Ferran es un escritor soltero y mujeriego que no cree en el matrimonio, quizá como much@s de nosotros, aunque no seamos escritores. Sin embargo, convenientemente tiene una estrecha amistad con tres matrimonios de los que fue padrino de bodas cuando se casaron. En una de las celebraciones de bodas Gustavo no acude a la cita ya que el avión en el que viajaría se estrella y se le da por muerto. Ante esta supuesta tragedia, los tres maridos deciden leer una confesión que dejó Gustavo con la condición de que fuera leída sólo cuando el muriera. En dicha carta, Gustavo confiesa haber engañado a sus tres amigos con sus esposas. Pero Gustavo no ha muerto ya que no pudo abordar el avión, así que se presenta días después de que lo han dado por muerto y han leído su confesión.

Escena de Roberto Gavaldón, 1953.



Existen dos versiones de esta película. Una, apareció en 1953 bajo la dirección de Roberto Gavaldón. La otra, apareció en 1973, bajo la dirección de Benito Alazraky y cuenta con la actuación de Mauricio Garcés interpretando al solterón Gustavo Ferran.

En lo personal prefiero la versión de Benito Alazraky. La película anterior, de Roberto Gavaldón, no me gustó por una razón: me parece que esta sobre actuada, y a veces las actuaciones me parecen malísimas, un poco acartonadas. Por el contrario, la versión de Alazraky cuenta con un plus: la actuación de Mauricio Garcés, que le da un toque jocoso sin perder la seriedad. Además, las actuaciones son magníficas.

Versión de Alazraky, con Mauricio Garcés. 1973.


Esta película toca la disparidad las relaciones conyugales, ya que es memorable la escena donde estando los tres maridos juntos, feliz mente casados, dos de ellos confiesan haber engañado en reiteradas ocasiones a sus esposas sin ningún remordimiento. En ese diálogo lo celebran, les parece divertido y lo toman como travesuras. En la versión de Gavaldón, uno de ellos cuestiona el por qué ellas no podrían hacer lo mismo, a lo que otro responde que por una sencilla razón: porque nos mujeres.

Sin embargo, a pesar de su cinismo, cuando se enteran de la supuesta infidelidad confesada por Gustavo, los tres enfurecen, principalmente los dos que han confesado anteriormente sus aventuras.

Las dos versiones están en Youtube.

Versión de Gavaldón:

https://youtu.be/pON3y9EoHug

Versión de Alazraky:


https://youtu.be/ywam9Uhzwcw

Relacionarse con una madre o un padre solter@

Sucede que para un padre o una madre los hijos tienen una prioridad insustituible, por lo que la relación emocional con una madre o un padre soltero puede resultar difícil y requiere de mucha tolerancia y paciencia.

En el tiempo que llevo viviendo solo he tenido dos relaciones sentimentales con mujeres divorciadas. Habría que recordar que yo no tengo hij@s, por lo que mi tiempo y dinero son míos. Las prioridades puedo ordenarlas como mejor me plazca y se me antoje. No sucede así con alguien que tiene hij@s.



Algo a lo que tiene uno que enfrentarse es a la disponibilidad de l@s hij@s, porque en la mayoría de las veces son ell@s quienes disponen del tiempo de los padres. Así, quedas siempre después de los hijos, por lo que hay que lidiar con cancelaciones, distanciamientos, dificultades para encontrar intimidad, irrupciones e imprevistos.

No debe ser una sorpresa decir que los hijos cambian las relaciones en las parejas, modifican las rutinas y cambian prácticamente todo. Así, el cambio puede resultar poco agradable; la unión no es equitativa ya que llegas a un mundo en el que quien debe adaptarse eres tú y muchas veces deberás dejar tus prioridades a un lado no por tu pareja, sino por los hijos de ésta.

Es complicado y supongo que para una madre o un padre soltero también. Creo que entre las solterías aquella que viene acompañada de hij@s es de las más complicadas, ya que tienes a tu cargo no sólo tu vida sino la de otra persona. El peso es doble, y si viviendo solo puedes flaquear y tirarte en cama todo un día, teniendo hij@s esto es un lujo que no puedes darte. Y supongo que en cuestión de relaciones es similar: el hecho de que yo mismo lo ponga como un panorama complicado no debe ser nada alentador, y puede resultar hasta injusto y a la vez expone la dificultad que tienen l@s solteros con hijos.

Al final somos seres humanos con necesidades y deseos, y ser padres no nos excluye de esos sentimientos. La disparidad entre estos dos tipos de solteros puede ser útil, y creo que se puede llegar a una excelente relación siempre y cuando haya consciencia de lo que eso representa y de las dificultades que pueden presentarse. Hay casos en los que la relación es excelente, no sólo entre la pareja, sino entre l@s hij@s y la nueva pareja.




Debo reconocer que aunque en mis dos relaciones la experiencia no fue tan satisfactoria, no me he cerrado a esa posibilidad. Sucede que ahora sé las reglas. Del otro lado, de la madre o el padre soltero, creo que se necesitaría un poco de comprensión también y equilibrar el tiempo entre la pareja y los hijos, como en cualquier relación, como en cualquier matrimonio con hij@s.

sábado, 6 de junio de 2015

El miedo a envejecer solo.

De pronto te hacen ver ante un panorama desolador en el que la combinación soledad-vejez puede ser tu peor condena. Me lo han planteado y al menos a dos amigos más. Supongo que en las mujeres sucede lo mismo y quizá su tragedia se las plantean peor.

La idea de permanecer sol@s hasta la vejez es algo de lo que algunas personas comienzan a prevenirte. ¿Qué harás cuando estés más viej@?, o, quizá la más incisiva: ¿Quién te va a cuidar?

Reconozco que da miedo, un poco. Esas preguntas no sé si llevan una intención oculta o una verdad para reflexionar.  ¿Quieren verte con pareja por capricho, por buscar integrarte al ideal humano, o en verdad la soltería en edad madura puede resultar desventajosa?



Por un lado piensa uno en todas esas veces que nos hemos enfermado y hemos tenido que lidiar con ello sol@s, sin atenciones y sin mimos. Es un poco difícil, porque por muy enferm@ que estés no puedes tirarte en la cama con la comodidad de que alguien irá por los alimentos o por las medicinas. Entonces piensas, ¿y si me pongo muy mal, quién se dará cuenta? ¿Quién podría auxiliarme, por ejemplo, en caso de que me esté asfixiando?  ¿Y si pesco una enfermedad que me incapacite?

Entonces es imposible pensar en el hecho de que la juventud comenzará a mermar y quizá, con la edad, la autosuficiencia llegue a complicarse.

Dos amigos han recibido estas advertencias y se han notado preocupados contagiándome su preocupación.

¿Cómo tomas eso?

Esas advertencias me hicieron recordar comentarios de personas mayores en las que confesaban permanecer con su actual pareja (sean su primer matrimonio o el décimo) por simple compañía. ¿Amor? No, así, de forma tajante lo han dicho. No quieren estar solos, quieren compañía. Parece que la soledad en la vejez es algo difícil.

Una amiga me ha dicho que soy demasiado joven para pensar en eso, pero la amenaza no lo hace ver así. Sin embargo, ¿debería uno buscarse una pareja por miedo a la soledad y al abandono en una edad madura?

Quisiera creer que no. No lo sé, tengo 36 años y soy un hijo de puta que aún piensa que es posible estar con alguien por amor. No quisiera la resignación de una compañía sólo para paliar la soledad. No lo sé, aunque no ando por la calle suspirando esperando hallar a la mujer ideal, creo firmemente que se trata de algo espontaneo, que se da, que puede darse; y este proceso, espontaneo, es en el que creo. No quiero pensar en una forma de selección, de casting para hallar una mujer que sirva como como protección ante la soledad.

Quizá a mis 36 años es muy temprano para pensar en una vejez solitaria, lleno de gatos, amargado o víctima de la conmiseración propia y ajena. Aunque podría también ser una vejez solitaria y alegre, con mi pequeña Rosa (mi gata) y viviendo en plenitud. O bien, en ese camino que aún queda para llegar a esa edad, bien podría ser que la espontaneidad de alguien llegara a mí vida.

Quién sabe. Quizá mi soltería se prolongue, quizá un día termine. Quizá todo dependa de nuestro estado, de nuestra actitud ante la vida, de nuestra apertura a los demás y a la vida misma. Sin nos quedamos rezagados, aislados en nuestro nicho es muy probable que nuestra vida, en soledad o en compañía, sea miserable. Quiero pensar que si por el contrario llevamos una vida abierta, activa, satisfactoria, sea en soledad o en compañía estaremos bien.




¿La muerte? Es la única que no discrimina y nos puede encontrar en cualquier lado. Y buscar a alguien sólo para que cargue con nuestras miserias no es bueno ni para esa persona ni para un@ mism@. Y aun cuando tuviéramos pareja, creo que uno de los dos en algún momento de nuestra vida acabará sol@.

Claro, esto lo digo hoy, a mis 36 años. Lo que pase mañana, no lo sé.