El pensamiento
machista puede compararse con una prisión en la que cohabitan prisioneras y
celadores. Sin saberlo, el celador es un prisionero pues por la naturaleza de
su “actividad”, permanece cuidando en todo momento al prisionero, lo que lo
Mantenerse cuidando a
alguien en una prisión dista mucho de ser una “actividad”: ahí están los dos,
cerca uno del otro, aislados del mundo, de la actividad corriente, mirándose
todos los días en una rutina tan monótona y tan insípida en donde la
espontaneidad y la sorpresa han desaparecido del todo. Nada ocurre ni ocurrirá
en ese lugar que no sean los exabruptos repentinos de la frustración, espasmos
repentinos ante tan extenuante inmovilidad. ¿Qué tipo crecimiento, de
superación personal puede haber para estos dos individuos?
Sucede lo mismo en un
ambiente regido por el pensamiento machista donde el hombre, el varón, toma el
papel de celador de la mujer. Él se aboca a celarla, a acotarla sus
movimientos, a restringirla en sus potencialidades; empeñado en esta tarea, el
varón no tiene tiempo para lo demás. Sus pensamientos están ocupados en juzgar
a la mujer, en vigilarla y, en el paroxismo de la mediocridad, hasta en
teorizar sobre las razones por las que él varón debe celar* a la mujer.
Creo, entonces, que en
el momento en que una sociedad, tanto los varones como las mismas mujeres que a
veces justifican y aceptan esta prisión, en el momento en que derribemos por
completo esa prisión hombres y mujeres recuperaremos una libertad que nos hará
crecer como sociedad, en conjunto, con un esfuerzo multiplicado.
El pensamiento
machista ha aprisionado a los hombres con enormes cargas, desde el aspecto
económico hasta el sexual: en esta prisión el hombre es el proveedor, el pilar
del crecimiento, el valiente, el audaz, el duro, el fuerte, el imperturbable,
el que siempre debe dar el primer paso, el que debe vencer en solitario todas
las batallas, el responsable del placer sexual de su pareja, el que todo lo
debe poder.
Con el advenimiento de
la mujer y derrumba paulatino de esa prisión machista, las mujeres recuperan su
libertad y los hombres también.
Aquí, en este espacio,
creemos que una mujer debe determinar con total libertad la forma cómo debe
llevar su vida, la pareja con la que quiere relacionarse y la forma como desea
hacerlo. La mujer ya no vale en relación a la pareja que tiene, ni debe ser
vista como una “bruja” por vivir en soltería, ni “quemada” por ejercer su plena
libertad sexual.
La libertad implica
una responsabilidad completa sobre sí mismo y, como ya he mencionado, la
soltería representa plenamente esa responsabilidad. La mujer se hace
responsable de sí misma, de su vida, de su moral, de su manutención, de su
sexualidad, de su superación personal y profesional. El hombre hace lo mismo de
su vida, y en esta independencia mutua, es mucho más posible que si se llega a
tener una relación, entonces estará más enfocada a la convivencia y al afecto,
y no como un simple juego de roles impuestos y más parecidos a una prisión social
o cultural.
*Celar: cuidar, velar, vigilar, espiar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario