miércoles, 12 de abril de 2017

Nada, María Laforet

Andrea tiene 19 años y llega a Barcelona para comenzar con sus estudios universitarios; se instala en casa de su abuela, sin saber que ha entrado en un ambiente lúgubre donde la pobreza, el hacinamiento, la violencia familiar y los malos vicios de personalidad se mezclan generando un ambiente enrarecido. En un mismo piso sobreviven sus dos tíos y la esposa de uno de ellos junto con

su pequeño hijo, una tía, la abuela, la sirvienta y un perro. Incapaces de salir de ese ambiente dirigen su frustración unos contra otros, generando un cuadro hostil en el que la privacidad y el respeto han desaparecido completamente. La vida de Andrea se mueve entre éste ambiente febril de poca esperanza y la luminosa jovialidad en la que, en apariencia, viven sus compañeros universitarios.

Desde el inicio de la novela, que marca la llegada de Andrea a la casa de su abuela, y hasta la última página, Carmen Laforet nos sumerge en una atmósfera sofocante en la que la religiosidad infantil, el apego moral por aspectos pueriles y la violencia absurda constituyen la vida cotidiana de la familia; en un principio Andrea trata de mantenerse al margen, sin embargo, es tal la hostilidad diaria con la que convive que acaba por alcanzarla. Su única escapatoria de ese mundo se encuentra afuera, en las calles y con sus compañeros universitarios; y así, pasa los días entre la locura contagiosa del lugar en el que vive y la poca cordura que logra encontrar fuera de casa.

Carmen Laforet tenía 22 años cuando escribió Nada, y es interesante ver que a esa edad logró condensar y comprender el ambiente tan enfermiso que algunas veces llega a desarrollarse en las familias.   

No hay comentarios.:

Publicar un comentario