Andrea tiene 19 años y llega a Barcelona para comenzar con
sus estudios universitarios; se instala en casa de su abuela, sin saber que ha
entrado en un ambiente lúgubre donde la pobreza, el hacinamiento, la violencia
familiar y los malos vicios de personalidad se mezclan generando un ambiente
enrarecido. En un mismo piso sobreviven sus dos tíos y la esposa de uno de
ellos junto con
Desde el inicio de la novela, que marca la llegada de Andrea
a la casa de su abuela, y hasta la última página, Carmen Laforet nos sumerge en
una atmósfera sofocante en la que la religiosidad infantil, el apego moral por aspectos
pueriles y la violencia absurda constituyen la vida cotidiana de la familia; en
un principio Andrea trata de mantenerse al margen, sin embargo, es tal la
hostilidad diaria con la que convive que acaba por alcanzarla. Su única
escapatoria de ese mundo se encuentra afuera, en las calles y con sus
compañeros universitarios; y así, pasa los días entre la locura contagiosa del
lugar en el que vive y la poca cordura que logra encontrar fuera de casa.
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