domingo, 2 de abril de 2017

El descanso, un lujo que las solteras y los solteros podemos darnos.

Hubo un tiempo en el que ocupaba mucho de mi tiempo en mi negocio y creo que el hecho de estar soltero propició en gran parte a que esto sucediera.
Fuera de un horario de trabajo promedio el tiempo restante era básicamente tiempo libre y aunque parte de ese tiempo lo invertía en otras actividades, a veces llegaba al punto de destinarlo también al trabajo; supongo que no es del todo malo, pero a veces padecía los estragos: me sentía rebasado, inconforme, incompleto y experimentaba cierta nostalgia. Al paso de los meses descubrí  que no era sano ese nivel de enajenación por algo que no siempre es satisfactorio, y los deberes llegan a tener ese impacto en nuestro ánimo.
Y es que hace apenas unos dos años atrás llegaba a extender mis horas de trabajo hasta en sábados y domingos; es fácil caer en esto porque tienes el tiempo disponible y no hay nada que demande tu atención, por eso resulta fácil caer en la trampa de “adelantar” trabajo, de hacer un esfuerzo más y de trabajar mientras otros descansan.  En mi caso, llegó un momento en que la pasaba casi todo el tiempo trabajando y no me permitía ningún descanso. Acabé fastidiado y fatigado emocionalmente. Ya no me sentía satisfecho, y lo que en un principio me motivaba ahora era un tormento, pero había llegado a ese punto porque yo mismo lo había permitido.
Hay algo que la gente casada y con familia tienden a hacer, y es priorizar o al menos tratar de hallar un equilibrio entre el trabajo y la familia. Los fines de semana los dedican a la familia, y sus tiempos libres también. Siendo solter@s, no tenemos esa contraparte, estamos solos, y al no tener –en apariencia- deberes con alguien más, llegamos a invertir también ese tiempo en el trabajo. Pero creo que hay un deber que subestimamos, y es el deber con nosotros mismos.


Quizá lleguemos a creer que pasar el fin de semana sin hacer nada -que es uno de los privilegios de los que podemos gozar- es “perder el tiempo”, y no le damos la misma importancia que invertirlo en una fiesta, en una comida, en un rato de convivencia con la familia, en una visita al cine, etc. Estamos literalmente tirados en el sofá, leyendo o viendo series o lo que sea. Quizá lleguemos a pensar que eso es un desperdicio de tiempo que podemos aprovechar para “adelantar trabajo”, para invertirlo un poco más en él. Nosotr@s podemos descansar, los casados y los que tienen familia no pueden darse ese lujo; pero en realidad no se trata de una pérdida de tiempo sino de un tiempo de recuperación, de dispersión, de soledad revitalizante.  Stephen R. Covey, en su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, habla de esto en el séptimo hábito: afilar la sierra, es decir, tomarnos un tiempo para recuperar energía, para meditar, para replantear las cosas. Hay que hacer pausas en el camino para volver a tomar las riendas con más visión, con la sierra afilada.  


En estos tiempos se sobrevalora mucho el hecho de estar ocupados, de tener siempre algo qué hacer, pero es sólo un estereotipo como muchos de los que se propagan en la sociedad y que no por eso dejan de estar errados. Necesitamos descansar, dormir, reflexionar. Hay quienes no pueden hacerlo, nosotr@s sí.
Es muy importante descansar, aunque en esta sociedad mercantil eso se vea mal.
En lo personal tomé la decisión de trabajar sólo de lunes a domingo y los fines de semana ocuparlos casi exclusivamente en otras actividades: leer, escribir, hacer memes, ver películas, dormir, lavar mi auto, ir a mi clase de Tango, etc. A veces llego a trabajar un poco, pero sólo después de haber realizado alguna otra actividad. Y con el tiempo libre entre semana hago lo mismo; tengo un compromiso conmigo mismo y me he sentido mejor.

Si escucháramos a un padre o una madre de familia veríamos cuánto desean ell@s pasar un día entero descansando sin interrupciones. Ni los fines de semana pueden descansar, así que es un privilegio del que podemos disponer nosotr@s, ¿por qué no hacerlo? 

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