Tiene cerca
de cinco meses que acudo al gimnasio a levantar pesas y realizar ejercicios
cardiovasculares (o “cardio” como está de moda llamarlo). Bien, resulta que esto
me ha llevado a adentrarme en el mundo del acondicionamiento físico y curioso
como siempre he sido me he ido informando sobre todo lo que envuelve el
desarrollo muscular y la quema de calorías.
Una de las
cosas que más me ha llamado la atención, y que yo ignoraba, es saber que los
músculos no crecen durante el entrenamiento sino en el descanso. Al hacer las
rutinas lo que sucede es que el músculo se fatiga y las fibras musculares se “rompen”.
Hay que permitir que el músculo se recupere y es precisamente en este periodo
cuando el músculo se repone volviéndose más fuerte y más grande. Es por eso que
las rutinas de ejercicio van segmentadas, para dejar que algunos músculos se
recuperen y crezcan mientras ejercitamos los demás. De hecho se considera un
error de entrenamiento no reposar, no dormir bien y sobreentrenar los músculos.
Esto me ha
hecho reflexionar sobre lo que significa el reposo en nuestra vida cotidiana y
en el hecho de que las perdonas han llegado a sobrevalorar erróneamente la
actividad continua e ininterrumpida. Supongo que hemos escuchado muchas veces a
esas personas a las que les gusta presumir lo atiborrados que están de
actividades y lo presumen esperando cierto reconocimiento de nuestra parte (o
quizá somos una de esas personas); la razón es porque en este mundo en el que
las máquinas son incansables y siempre están operando el descanso suele ser mal
visto. Ni siquiera en vacaciones la gente se toma el tiempo de descansar y
acaban llenos de actividades que los fatigan más que una jornada de trabajo
laboral. Hay gente que nunca para, que apenas duerme, que ni en la comida o a
la hora de cagar están en paz. Las consecuencias: estreñimiento, insomnio, estrés,
colitis, irritabilidad, adicciones, etc.
En Los siete
hábitos de la gente altamente efectiva de Sthephen R. Covey (ya lo he
mencionado en otra entrada) el último hábito, precisamente el séptimo, está
destinado a la Renovación, que es un periodo que debemos tomar en cuenta para
el descanso, la reflexión y lo que él llama “Afilar la sierra”.
Así como el
músculo necesita recuperarse para estar más fuerte es importante descansar para
ordenarnos, para dejar que nuestra mente se disperse un poco y ver las cosas
con más claridad. Sabemos que la falta de sueño afecta gravemente nuestra
salud, sin embargo, en ésta época y en las ciudades dormir bien ya es un
privilegio que ni los más adinerados pueden tener.
No se
obtienen mejores resultados yendo a entrenar todos los días al GYM (a menos que
se usen fármacos, de la misma forma como muchos trabajadores los usan para
aguantar las intensas cargas de trabajo diarias); es necesario descansar los
músculos, al menos es lo adecuado. Su cede lo mismo con nuestro organismo y con
nuestra mente: necesitamos descansar para reponernos.
Conozco personas que nunca paran. Trabajan 10
horas, llegan a casa y atienden a sus hijos, llega la media noche y aún están haciendo
preparativos para el día siguiente, en el que deberán despertar a las cinco de
la mañana. Así todos los días. Me han dicho que a veces quisieran salir
corriendo (¿hacia dónde?); a veces simplemente estallan en llanto. Eso no es
sano, pero hay una gran cantidad de gente que malvive así. Lo malo es que la
salud pasa facturas muy costosas y como dicen por ahí “El que no tiene tiempo
para cuidarse después tiene mucho tiempo para enfermarse”.
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