viernes, 17 de julio de 2015

Dirk y Jenny: la insoportable soledad.

La soledad puede llegar a ser insoportable y volvernos presas de pensamientos neuróticos y paranoides, e incluso puede llevarnos a cometer asesinatos o suicidio. En la entrada sobre Taxi driver lo mencioné, y esta vez tenemos un caso real.

Dirk y Jenny. Foto de Sandra Hoyn.
Se trata de un hombre de 40 años que usa el seudónimo de Dirk y que mantiene una relación sentimental con una muñeca, más aún, se ha casado con ella. La razón por la que Dirk decidió adquirir la muñeca, según se menciona en algunas notas, es porque la soledad en que vivía lo estaba destruyendo.

No podía ser más honesto.

Y es que en efecto, la soledad puede destruirnos, como lo mencioné en la entrada antes mencionada.

Éste caso me recuerda la película Naufrago, que protagoniza Tom Hank, en la que al verse asediado por la soledad de su naufragio, crea un personaje con quien finca una relación amistosa: un balón al que bautiza como Wilson. El personaje, Chuck Noland, le atribuye propiedades humanas a Wilson, el balón; de esta forma logra hacer llevadera su soledad en la isla, y llega a crear tan estrecho vínculo con Wilson que decide llevárselo en su travesía. Es de un tremendo impacto emocional la escena donde Wilson cae de la improvisada embarcación y se pierde en la tormenta.

Escena de la película Naufrago.


Sí, la soledad te jode. La soledad a veces es fastidiosa como un mosquito. Es estruendosa, insoportable, desesperante.

Y Dirk seguramente no la soportó y, como Chuck Noland, creó un vínculo con un objeto inanimado –una figura femenina- para librarla.

Podríamos pensar que Dirk está loco o enfermo. Sin embargo, podría ser al contrario; consciente de la proximidad a la locura a  la que te expone la soledad si no la sabes manejar, decidió –como Chuck Nolan- tomar medidas para, precisamente, mantener su cordura.

Fotografía de Sandra Hoyn


Suena y se ve bastante bizarro, pero quizá sea una forma de mantener un equilibrio mental que de lo contrario lo llevaría verdaderamente a la locura. Lo grave, como casi en todo, sería el exceso y que esta medida acabara alejándolo de la realidad para siempre.   





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