La soltería parece estar
asociada de dos formas; una es con los excesos, y la imagen que se promueve es
la de una persona que lleva una vida de disipación, de hedonismo malsano, de
reventón eterno y sexo desmedido. O, por otro lado, nos visualizan solitari@s y
amargad@s y nos ven con lástima, somos seres que no encajamos en la sociedad e
incapaces de mantener una relación, nos ven como extraños disidentes a los que
todos quieren conseguirle una pareja. Parece que no hay un punto medio, vamos,
la soltería tiene dos polos: melancolía o excesos.
A los solteros hombres
se nos quiere ver como unos mujeriegos cogelones, y al menos en mi caso hay
ocasiones en que siento una especie de “presión” que dicta que por estar
soltero debo acostarme con cuanta mujer cruce por mi camino. De los
hombres casados es de dónde más siento esto. De alguna forma deducen que al no
tener compromiso debes hacer realidad sus fantasías frustradas por el
matrimonio: acostarse con un chingo de mujeres. Lo siento, para qué se casaron
tan jóvenes; y no, no tenemos por qué vivir su vida frustrada.
Es cierto que tenemos
más libertad de llegar a una aventura con alguien, que tenemos el tiempo para
hacerlo sin estarnos escondiendo. Y quizá lo hagamos, pero eso no implica que
vamos a andar tirándole la onda a tod@s, eso no sólo no es divertido, sino que puede
arruinar una sana amistad o hacerte quedar mal. Las aventuras se dan, las vives
con total libertad y puedes tenerlas con quien quieras sin sentimientos de
culpa y de una forma sana. ¿Qué culpa tenemos de que un casado infiel no goce
de estas libertades?
Por otro lado, y en
específico con las mujeres, parece que muchos hombres creen que las solteras
necesitan favores sexuales. Las ven como mujeres histéricas que necesitan sexo, por lo que siempre
hay una alma masculina caritativa dispuesta a complacerla.
De la película "Los soñadores" |
El problema de casarte
joven es que, más adelante, cuando ya tienes hijos que no te dejan ni siquiera
masturbarte a gusto, ves a un(a) solter@ que sale con un@, sale con otr@ (que
no necesariamente significa una vida promiscua, pues muchas veces sólo es eso,
salir, ir al cine, a bailar, por un café, y desafotunadamente no siempre es sexo, ja!) y envidias esa
vida pues la ves llena de todos esos placeres que en tu imaginación crees que implica necesariamente la soltería. El casado tradicional, inmaduro, acomplejado y lleno de prejuicios vive
prisionero en su matrimonio; se han apoderado el uno del otro y ya no salen si
no es con ellos mismo, ni amigos ni amigas ni nada.
Pero cuando el
matrimonio es distinto, de una madurez razonable, no hay nada de qué
arrepentirse o algo que envidiar: salen con sus amistades, -mutuas o las de cada
uno- se divierten, disfrutan y vuelven a su hogar.
Somos solter@s, no
tenemos por qué vivir esa vida estereotipada que los frustrados quieren
endilgarnos. Hay de todo tipo, solter@s reventados, promiscu@s, escritores o escritoras, estudiantes, lectores empedernidos, deportistas,
bailarines, científicos, artistas, bloguer@s, etc. No todos formamos parte de ese
estereotipo de excesos o melancolía con los que nos estereotipan.
Además, vivir solo implica responsabilidades, y éstas no siempre te dejan tiempo para esa vida de excesos que muchos piensan. Quizá la vives un tiempo, después, poco a poco, surgen otros intereses y decides que es mejor ocupar tu tiempo en otro tipo de diversiones. Cada quien su soltería.
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