miércoles, 8 de julio de 2015

Promiscuidad en l@s solter@s.

La soltería parece estar asociada de dos formas; una es con los excesos, y la imagen que se promueve es la de una persona que lleva una vida de disipación, de hedonismo malsano, de reventón eterno y sexo desmedido. O, por otro lado, nos visualizan solitari@s y amargad@s y nos ven con lástima, somos seres que no encajamos en la sociedad e incapaces de mantener una relación, nos ven como extraños disidentes a los que todos quieren conseguirle una pareja. Parece que no hay un punto medio, vamos, la soltería tiene dos polos: melancolía o excesos.

A los solteros hombres se nos quiere ver como unos mujeriegos cogelones, y al menos en mi caso hay ocasiones en que siento una especie de “presión” que dicta que por estar soltero debo acostarme con cuanta mujer cruce por mi camino. De los hombres casados es de dónde más siento esto. De alguna forma deducen que al no tener compromiso debes hacer realidad sus fantasías frustradas por el matrimonio: acostarse con un chingo de mujeres. Lo siento, para qué se casaron tan jóvenes; y no, no tenemos por qué vivir su vida frustrada.

Es cierto que tenemos más libertad de llegar a una aventura con alguien, que tenemos el tiempo para hacerlo sin estarnos escondiendo. Y quizá lo hagamos, pero eso no implica que vamos a andar tirándole la onda a tod@s, eso no sólo no es divertido, sino que puede arruinar una sana amistad o hacerte quedar mal. Las aventuras se dan, las vives con total libertad y puedes tenerlas con quien quieras sin sentimientos de culpa y de una forma sana. ¿Qué culpa tenemos de que un casado infiel no goce de estas libertades?

Por otro lado, y en específico con las mujeres, parece que muchos hombres creen que las solteras necesitan favores sexuales. Las ven como mujeres histéricas que necesitan sexo, por lo que siempre hay una alma masculina caritativa dispuesta a complacerla.

De la película "Los soñadores"
El problema de casarte joven es que, más adelante, cuando ya tienes hijos que no te dejan ni siquiera masturbarte a gusto, ves a un(a) solter@ que sale con un@, sale con otr@ (que no necesariamente significa una vida promiscua, pues muchas veces sólo es eso, salir, ir al cine, a bailar, por un café, y desafotunadamente no siempre es sexo, ja!) y envidias esa vida pues la ves llena de todos esos placeres que en tu imaginación crees que implica necesariamente la soltería. El casado tradicional, inmaduro, acomplejado y lleno de prejuicios vive prisionero en su matrimonio; se han apoderado el uno del otro y ya no salen si no es con ellos mismo, ni amigos ni amigas ni nada.

Pero cuando el matrimonio es distinto, de una madurez razonable, no hay nada de qué arrepentirse o algo que envidiar: salen con sus amistades, -mutuas o las de cada uno- se divierten, disfrutan y vuelven a su hogar.


Somos solter@s, no tenemos por qué vivir esa vida estereotipada que los frustrados quieren endilgarnos. Hay de todo tipo, solter@s reventados, promiscu@s, escritores o escritoras, estudiantes, lectores empedernidos, deportistas, bailarines, científicos, artistas, bloguer@s, etc. No todos formamos parte de ese estereotipo de excesos o melancolía con los que nos estereotipan.

Además, vivir solo implica responsabilidades, y éstas no siempre te dejan tiempo para esa vida de excesos que muchos piensan. Quizá la vives un tiempo, después, poco a poco, surgen otros intereses y decides que es mejor ocupar tu tiempo en otro tipo de diversiones. Cada quien su soltería.  

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