sábado, 12 de diciembre de 2015

Creer o no creer en el Amor

Todos podemos hablar del amor, nos sentimos con el conocimiento y la experiencia para eso. Y siendo un sentimiento del dominio público abundan las opiniones. Ésta será la mía, desde mi condición de soltero -empedernido, dicen algunos- a mis 36 años, en una posición en la que uno tiene mucho tiempo para observar y pensar las cosas.

Soy un idealista  y creo que existe el Amor en oposición a muchos contemporáneos que quedaron decepcionados en su juventud y aseguran que eso es cosa sólo de adolescentes. Me decía una ex novia de 40 años: "yo ya no me enamoro". Y es cierto, muchos han dejado de pensar en una posible pareja, otros sólo buscan la compañía pragmática para evitar la soledad. Algun@s, como yo, creemos que es posible volver a experimentar todo el cumulo de emociones que implica el enamoramiento.  

Yo estoy soltero y vivo solo en un departamento. Me la paso bien, bailo tango, juego video juegos, bebo cerveza, a veces salgo con amigas, leo y escribo. Me la paso bien. Sin embargo, tengo la convicción de que existe una persona con similitudes y con quien podría empatar. Mi arrogancia y lo que tenga de egocentrismo no son tales para que me considere un ser superior y exclusivo. Soy único en cuanto a que tengo mis propios pensamientos, mi genética, mi combinación de vicios y virtudes. Pero no en el sentido de sentirme una gota de aceite en un mar de agua. Entonces, alguna mujer en algún lado compartirá intereses parecidos a los míos, con sus propias combinaciones y características únicas. La hay, porque el mundo es infinito como para pensar que no hay en él al menos una persona que comparta algo de lo que somos nosotros. Tan sólo en México hay 120 millones de personas, la mitad de las cuales son mujeres, de esas al menos habrá 10 millones dentro de mi rango de edad, quizá un millón estén en una situación civil accesible. ¡Un millón de mujeres! Aun si fueran mil o 100, son muchas posibilidades. Es un poco arrogante creer que "no hay nadie para mí". Ahora, en caso  que hablemos otro idioma las posibilidades incrementan considerablemente.
 
 

Así, vemos que tiene que ver más con nuestra actitud y no con un destino ya predestinado o  un producto de la casualidad. Dicen por ahí que vemos el mundo de la forma en como nosotros somos.

Entonces, creo que hay alguien capaz de despertar en mí el deseo de enamorarme, y aunque no ando por las calles ligando ni buscando mujeres, mi actitud es la misma que frente a muchas cosas de la vida: de apertura. No desisto, no aparto para mí un rincón de mundo, como dice Benedetti en su poema No te salves

Es un poco arrogante creer que el mundo no nos entiende. Pero si el "mundo" no nos conoce es imposible que pueda entendernos. ¿Cómo encontraremos a alguien con quien compartir nuestro tiempo si permanecemos herméticos, si nadie sabe de nosotros ni conoce nuestras virtudes y vicios (que para alguien pueden ser precisamente virtudes)? La negación a la vida es una forma de aislamiento, y si nos negamos a la vida estamos casi "muertos".

Es cierto que al paso de los años podemos haber sufrido decepciones y dolorosas rupturas, pero antes de insuflarnos de arrogancia creyendo que el mundo no tiene nada qué ofrecernos, habría también que reflexionar sobre si nuestra forma de afrontar nuestras relaciones no ha sido en parte la causa de que hayan fallado. No podemos culpar sólo al mundo sin también buscar en nosotros un poco de responsabilidad por lo que nos sucede.   

No niego que también me da miedo a veces, pero sé que el miedo impide vivir y yo quiero vivir. Tenemos sólo esta vida como para recorrerla al margen y equivocarnos es parte de ella; por otro lado, equivocarse no es fracasar, porque sólo podemos concluir que nuestra vida fue un fracaso en el último minuto que nos quede de aliento. Mientras, todo es posible; mientras habrá otras opciones, muchas.


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