lunes, 11 de diciembre de 2017

Murió mi gato, Rubio.

Hoy en la madrugada un perro mató a mi gato, Rubio.

Lo encontré tirado en la esquina de la casa, inmóvil y sucio; el cuello apretujado y unos orificios en él manchados de sangre.
Ya sé que en la muerte de cualquier mascota hay algo de responsabilidad del propietario, porque al final están bajo tu cargo. Sin embargo, es muy difícil cubrir todos los aspectos de su seguridad sin que, en la misma proporción, restrinjamos su libertad. Siempre puede haber algo fuera de nuestras manos, aún en nuestra vida cotidiana esto es así.
Rubio pidiendo atención.
Mi gato solía visitar el tejado de mi vecino, hasta ahí era su límite. De alguna forma el día de ayer logró bajar al patio y de ahí salir a la calle brincando una puerta metálica considerablemente alta. Supongo que siendo un gato casero, jamás expuesto a ningún tipo de peligro, no supo manejarse fuera y, creo yo, el perro lo tomó por sorpresa. Cerca de donde lo encontré hay dos árboles que pudo haber trepado para huir, un par de metros más allá hay una pickup donde pudo guarecerse. Creo que debido a su inexperiencia fue que lo tomaron desprevenido.


Asumo la responsabilidad que me corresponde, pero es imposible e inhumano atar a un gato. Tampoco me fue posible cubrir todas sus posibilidades de exploración.
Me queda el dolor de su pérdida, pero también la satisfacción de saber que fue un gato rescatado de la calle y que los meses que vivió con nosotros –mi gata y yo- la pasó de maravilla. Jamás recibió una reprimenda, comió bien, jugo, durmió a placer, lo abracé cuanto pude, quizá más. Fue un gato querido y eso siempre se le demostró. Jamás le negué una caricia, jamás lo ignoré.
Rosa y Rubio

Hay cosas que no olvidaré, como esa costumbre que tenía de acompañarme al sanitario y montarse sobre mis piernas. Cuando le abría la pequeña puerta siempre se lo tomaba con calma antes de entrar, y lo hacía encorvado y como danzando. Era un obsesionado con los pies, apenas miraba mis pies descalzos se lanzaba a morderlos. Le gustaba subir al techo y pasar la mayor parte del día ahí tomando el sol. Era un trepador, un tira objetos, un gato muy dócil. Se ha ido Rubio. Sé que vivió bien, que fue feliz. Y lo que importa es lo vivido, tras la muerte ya no hay más.
Lo extraño.

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