sábado, 14 de noviembre de 2015

¿Por qué casarse?

¿Es el matrimonio un estado al que todo ser humano debe aspirar? ¿Es el camino idóneo, la aspiración máxima o sólo una tradición que se sigue en la mayoría de las veces sin razonamiento de
por medio?

En lo que a mí respecta hay mucho de esto último. Creo que muchas personas ven al matrimonio como una estación por la que forzosamente habrán de pasar algún día sin cuestionarse si esa visión es por tradición o realmente forma parte de un deseo consciente. Y así, casi sin dudarlo, puedo asegurar que muchos se han casado porque es la línea de vida acostumbrada, sin contar a aquellos que lo asumen como un mandamiento religioso.

Mucha gente, muchos matrimonios, viven presos por esa idea social de casarse y por lo tanto viven frustrados en una relación que muy en el fondo no deseaban. ¿Por qué lo digo así? Porque ha sido una triste realidad ver como muchos matrimonios acaban en las peores condiciones, y como muchos otros mantienen el contrato sólo por la incapacidad de ir contra ese Ente que les ha indicado que ese es el fin de la vida, aun cuando para ellos esa vida esté llena de sufrimiento y frustración.

Es un poco fastidioso ver la importancia que le dan a esta unión cuando en la práctica el matrimonio es, en muchos casos, una farsa que se defiende a ultranza; y como solteros lo vemos cada que alguien nos pregunta por qué no nos hemos casado, dándole al matrimonio un carácter de obligatoriedad que, socialmente, no hemos cumplido; el no haberlo hecho nos hace ver raros.

Por otro lado, tengo que decirlo, conozco muchos infieles, tanto hombres como mujeres. Y es entonces cuando me pregunto ¿Por qué se casaron? Bueno, lo hecho, hecho está, pero entonces ¿por qué no se separan si ese contrato ya no funciona? ¿Miedo? ¿Son incapaces de vivir solos o solas? ¿Es que prefieren vivir en una mentira? ¿A caso no hay otra forma de vida? Lo más triste es cuando los hijos son la única razón de que la pareja se sobrelleve.

Y no es que considere que el matrimonio como opción de vida sea lo que falla, porque existen parejas que funcionan realmente bien y cuyo desarrollo y plenitud es evidente. Creo que lo que falla es el individuo o la dupla que llegan al matrimonio porque "es el camino, la ruta del amor". Creo que cuando se asume de esa forma, el matrimonio se convierte en lo opuesto.

Pensemos en dos personas se llevan bien, se aman, se disfrutan mutuamente, les gusta estar juntos porque entre ellos hay una especie de armonía musical placentera y satisfactoria. ¿Qué sigue?
La respuesta casi inmediata es "casarse y formar una familia", aun cuando ni siquiera estén en condiciones para ello. El amor no tiene por qué tener por consecuencia el matrimonio y  los hijos; no es, como se ha hecho creer, la única manifestación máxima de amor y compromiso, y de esto hay evidencia de sobra.

Considerando el mismo ejemplo, de la pareja de novios que se aman, ¿qué sigue? Considero que lo que sigue no es necesariamente el contrato, sino la continuidad del crecimiento de la pareja por medio del crecimiento de los integrantes, la realización individual que fortalece la relación. En el trajín, en la evolución de ambos, llega el momento en que deciden emprender la vida juntos, ser independientes ellos mismos para serlo como pareja.  Experimentan la felicidad en el crecimiento del otro. En una relación así el contrato jamás llega a ser un fin, menos la expresión máxima de amor, ya que ésta va manifiesta en el apoyo mutuo, en el deseo de libertad y crecimiento de nuestra pareja, y es una manifestación constante, de todos los días y no sólo de un simple acto. En esta forma de relación el matrimonio se convierte en una pieza más y no en un fin.

Por eso a veces cuando sé que una pareja joven ha decidido casarse, y me refiero a menores de 25 años  pienso que no hay por qué tener tanta premura; siento que al paso de los años un gran porcentaje acabará en la misma situación que muchas otras parejas, más aún cuando son evidentes las manifestaciones de celos, de opresión, de falta de individualidad y de intereses que vayan más allá del matrimonio.


No sé a qué edad sea correcto vivir con alguien, pero creo que a menor edad hay más probabilidades de que nos veamos influenciados por el medio y que un matrimonio fracase. Además, algo he visto: aún los novios más enamorados, tras casarse pueden hacer del matrimonio un verdadero infierno.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario