domingo, 29 de noviembre de 2015

Lupe, abuela a los 30 años.

Hace un par de días vi a Lupe, a quien conocí cuando yo tenía 15 años y ella un poco menos. La vi pasar con su nieto, porque su hija se embarazó siendo una adolescente igual que como sucedió con ella. Y es que suelen repetirse los patrones cuando el medio en el que te desenvuelves no cambia. 



Mucho tiempo después de que Lupe se embarazó y dio a luz, uno de mis hermanos me dijo que yo le gustaba a Lupe. Jamás me lo hubiera imaginado y por entonces yo andaba con Marisol, de quien hablare después.

Lupe era y sigue siendo una mujer guapa, pero como sucede con muchas de las niñas en la colonia donde crecí, acabó embarazada y abandonada antes de los 18 años. Así que Lupe se convirtió en abuela soltera a los 30 y tantos. Me resulta extraño, como si viviéramos en mundos distintos por el hecho de que ella ya es abuela mientras yo sigo soltero y sin hijos.  


Suelo pensar en eso, en la tranquilidad de mi vida frente a la de quienes tienen responsabilidades tan grandes como las de lidiar con bebés a los 20 años o con adolescentes a los 30. Supongo que gozo de muchos privilegios de los que Lupe y otros y otras tantas no pueden disfrutar o ya ni siquiera recuerdan. 

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