Les voy a hablar de Mariana.
Mariana es una joven bachiller, lo que me resulta un poco desafortunado ya que eso nos pone en dos mundos paralelos cuya distancia es infranqueable. Mariana es una vecina de por el rumbo donde viví con mi familia tantos años. Mariana desborda juventud y en ese desborde siempre te contagia. Pero Mariana es también bonita y simpática, Mariana quiere ser médica forense.
Cada que veo a Mariana le pregunto su edad esperanzado quizá a que en cada reiteración se le pudieran ir sumando años a su vida hasta alcanzarme, como si mis años no transcurriera a la misma velocidad de los de ella. Así ha sido desde que la conocí: primero 15, luego 16, 17....
.-¿Cuántos año tienes, Mariana?
.- Voy a cumplir 18.
Mariana se ríe de casi todos mis chistes por malos que sean, tiene el humor intacto, la alegría en ella misma. Nos saludamos en la calle cuando ella vuelve de la escuela y yo salgo de la visita con mi padre. Mariana es guapa, graciosa, de piel clara; Mariana baila cuando la música suena. Mariana esta alegre de cumplir 18 años y yo la motivo: podrás entrar a donde quieras. A Mariana eso la hace feliz.
Me gusta cuando nuestras vidas se cruzan sin tocarse porque Mariana es esos años distantes, el recuerdo de la indiferencia por la vida, de las sorpresas constantes dónde todo es nuevo. Mariana renueva todo, renueva mi risa, mi pensamiento, es explosiva y hace de su risa una fiesta. Es como si ella me recordara lo olvidado, la locura y la simpleza de lo que realmente importaba.
Me gusta encontrarme con Mariana, aunque sea a lo lejos y aunque sea apenas para preguntarle su edad.
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