jueves, 31 de diciembre de 2015

La razón para no usar condón.

En días pasados hablaba con una amiga sobre las razones por las que muchos hombres se niegan a usar condón.

Una de las razones más socorridas, casi puedo asegurar que es la única, es porque “se pierde sensibilidad”, “no se siente igual”. Tengo que decir que sensitivamente no es igual, pero sexualmente esto pierde relevancia cuando cuentas con un arsenal de opciones que hacen de la sensibilidad en el pene un aspecto secundario. Si eres capaz de llevar a tu pareja a la cúspide de la excitación con el preámbulo de caricias, bastará con que apenas la roces para que ella explote; y sucede igual con uno, el centro de la excitación no está sólo en el pene, es también una cuestión mental. Puedes alcanzar un nivel de excitación tremendo con sólo ver a tu pareja, con sólo acariciarla, con disfrutarla, y para llegar a la eyaculación bastará igualmente un simple roce. Entonces, la sensibilidad en el pene es algo secundario.

Pienso que el argumento de que no se siente igual es usado por quien cree que su pene es el centro de su sexualidad; es la excusa de quien piensa que una relación sexual es sólo penetrar a un ritmo vertiginoso y desde ahí alcanzar el clímax sin hacer nada más. Eso es de novatos.

Hay dos grandes razones para sí usarlo. Una es la prevención de enfermedades. La otra, más relevante porque es la que más daño ha provocado a la humanidad, son los embarazos no deseados. A mis 37 años conozco una gran cantidad de madres solteras y he visto mayor cantidad de hij@s abandonados a su suerte.  La mayoría de los que hemos llegado a este mundo ha sido por “accidente”, la mayoría lo hemos hecho cuando nuestros padres no tenían ni veinte años. Así que no jodan más a la sociedad y déjense de tontería, su pene no es el centro de su sexualidad.

Sin embargo, ante la negativa de usar condón esta la sugerencia (o exigencia) de que sea la mujer quien use otro tipo método anticonceptivo como las pastillas o los famosos parches. A muchas mujeres esto les genera repercusiones en su salud, los hombres estamos en ventaja ante esto porque no existe tal cosa para nosotros.
Así que, mujeres -sobre todo para las adolescentes- no caigan en el chantaje de que “no se siente igual” y no arriesguen su futuro ni su salud. Conozco muchos, muchos hombres que abandonan a sus novias cuando estas tienen hijos, son pocos los que realmente se quedan.

martes, 22 de diciembre de 2015

Tony Stark, el hedonista.

Tony Stark comparte con Bruce Wayne el hecho de que ambos son millonarios, pero fuera de eso se trata de dos polos opuestos. Tony es un tipo que disfruta de la vida, de las mujeres, de los autos de lujo, es fiestero, apostador, alegre y dicharachero. Vive en una residencia apostada en un risco a la que el sol baña por completo oposición a la oscura y húmeda cueva donde se aisla Bruce Wayne. 



Las razones de su soltería son el resultado de querer seguir disfrutando de su soledad y todos los placeres que eso conyeva, no sólo porque puede salir con cuanta mujer aparece en su camino, sino tambien porque le da la oportunidad de invertir su tiempo en otro de sus placeres: estar en su taller donde pasa el tiempo arreglando sus autos o diseñando nuevos artilugios para sus trajes de Ironman. En su taller tiene todo a su alcance y es donde también guarda sus bebidas, lo que nos da una idea de lo que ese espacio significa para él. 

 

Contrario a Batman, Ironman es más un héroe circustancial, pues no hay una motivacion concreta que lleve a Tony a querer salvar al mundo, es más, se rehusa a poner su uniforme al servicio del ejercito. No es un héroe de tiempo completo, no es algo que le interese; lo suyo es disfrutar la vida, divertirse, pasar el tiempo diseñando, inventando.

Quizá derivado de su extrema inteligencia e inquietud es que presenta cuadros de ansiedad. Evidentemente Tony no es un tipo ordinario, es un genio y guarda una filosofía de vida en la que el placer es lo único que parece importarle y no necesita de la aprobación de nadie para estar bien emocionalmente. 

 

Es relevante saber que muchas mujeres de la vida real se sienten atraidas por el personaje y no precisamente por sus millones; es su carisma, su audacia, su seguridad y su inteligencia. Habria que intentar ser un poco más como él.

La única razón para dejar la soltería.

A veces veo muy a la distancia la posibilidad de casarme, y no lo digo con tristeza  sino de una forma reflexiva. Explico.

Estos últimos días he pensado en eso y he llegado a la conclusión de que no abandonaría mi estado a menos que fuera para estar mejor.

Reconozco que existe en mí una especie de deseo intrínseco por convivir con alguien. Me gustaría en verdad tener una pareja con quien disfrutar de todo lo maravilloso y cruel que tiene este mundo. A estas alturas de mi vida sé que eso es posible siempre que lo hagas con la persona adecuada y dejes de lado la inmadurez viciosa que gobierna a la mayoría de las parejas de todas las edades.

Si hace años abandone la casa de mis papás fue para ganar libertad (y no hay que confundirla con el libertinaje) y no viviría con alguien con quien la relación acabara siendo una prisión.

Vivir solo es muy nutritivo, es vivir en una libertad de la que pocos gozan. Haces lo que quieres, literalmente. Tomas cursos, aprendes cosas nuevas, conoces gente, sales con quien quieres, gastas en caprichos, haces tu mundo, tu espacio, tu vida. Ser soltero o soltera no sólo es fiesta... o quizá sí, tu vida puedes volverla una fiesta, pero no sólo en el sentido de las parrandas y borracheras, sino en la actitud: disfrutas tu trabajo, tu tiempo libre, tus amistades, tus actividades constructivas, tus gustos, tus sueños.

¿Cómo abandonar eso para acabar en una prisión? Y muchos lo hacen, quiza por ese miedo a la libertad que, aunque no se crea, padece el hombre moderno. No pienso dejar eso, no me apetece acabar atrapado en una rutina socialmente considerada como idonea. Si voy a abandonar mi soltería es para estar mejor, para mejorar esta "fiesta" en la que me encuentro; para aprender más, para sanar las heridas y corregir mis vicios destructivos.

A lo que me refiero es a esas parejas que disfrutan de todo lo que un soltero disfruta pero en compañía. No se oprimen, no se celan (en el sentido amplio de la palabra), no se joden la vida, la única vida que tienen. Viven también en una "fiesta" en la que la amargura y la frustración no encuentran tierra fértil. Me alegra no haberme casado muy joven, la independencia exige sus responsabilidades pero otorga muchas libertades que deberiamos disfrutar durante más tiempo. Casarse y tener hijos antes de los 25 me parece un desperdicio de vida, y antes de los 20 es una estupidez. Hay mucho que vivir como para joderse la libertad tan pronto.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Bruce Wayne, el soltero atormentado.

De los solteros super héroes Batman es el más estudiado y el que cuenta con la personalidad más compleja. Si hay algo que podemos decir de Bruce Wayne es que es un tipo atormentado, antisocial, oscuro, resentido, obsesionado, falto de carácter y débil emocionalmente.

Todos los defectos enumerados salen a flote en las películas. En ellas, vemos que es presa de sus pasiones y enfurece con facilidad, pierde el control sobre sí mismo y eso lo lleva a ser fácilmente controlado por sus enemigos; como ejemplo tenemos aquella memorable escena donde "interroga" al Guasón (Brandon Lee) en la delegación de Policía y acaba siendo manipulado psicológicamente por éste último, quien lo hace perder el control. Pero el Guasón no es el único que logra doblarlo. También pierde ante Bane, quien actúa con más determinación ante un Batman indeciso y acaba "quebrándolo" física y mentalmente mandándolo a un calabozo metafórico del que sólo logra salir hasta lograr vencer sus miedos... al menos temporalmente.

Fuera de su personaje, despojado de su disfraz de murciélago, Bruce Wayne carece de vida propia y pasa la mayor parte del tiempo aislado, alejado de todo contacto con la gente. No hay una mujer que sea de su interés y da muestras de mantener siempre una coraza impenetrable, incapaz de abrirse ante nadie, ni siquiera ante el mundo exterior. Jamás sale, jamás viaja, jamás disfruta de sus millones de dólares y parece que su vida gira en torno a una idea obsesiva de venganza motivada por un trauma infantil que jamás ha podido superar: la muerte de sus padres.   

Batman interroga al Guasón.


Sin haber logrado superar el duelo vive presa de una neurosis cuya idea directriz es la lucha contra el mal, sin que nada más parezca importarle. Sin embargo, siendo alimentado por un impulso fuera de su control ni siquiera disfruta siendo un héroe y más bien lo sufre como lo que es, una obsesión. Bruce Wayne no disfruta de su vida, es incapaz de hacerlo debido a su estado de enajenación: el deseo de venganza.

Otro aspecto de su personalidad es su ira contenida que estalla a la menor provocación. Casi siempre pierde los estribos y acaba siendo dominado por la cólera.

Bane quiebra a Batman.
 
En lo anterior se ve su debilidad de carácter, así como en lo fácil que le resulta caer en estados depresivos. En El caballero de la noche, donde se enfrenta con Bane, Bruce lleva ya varios meses viviendo como un paria sumido en la depresión al haber perdido lo único que le da sentido a su vida: la posibilidad de vengarse. Odiado por los ciudadanos de ciudad Gótica, Bruce queda desamparado y se recluye en su cueva una cueva material y metafórica- oscura, subterránea, sin querer ver a nadie.
 
Si no hubiera delincuencia en ciudad Gótica Bruce Wayne no sería nada, pues más allá de Batman Bruce carece de vida y motivaciones. Se trata pues de un soltero antisocial, atormentado, neurótico y obsesivo.


sábado, 12 de diciembre de 2015

Creer o no creer en el Amor

Todos podemos hablar del amor, nos sentimos con el conocimiento y la experiencia para eso. Y siendo un sentimiento del dominio público abundan las opiniones. Ésta será la mía, desde mi condición de soltero -empedernido, dicen algunos- a mis 36 años, en una posición en la que uno tiene mucho tiempo para observar y pensar las cosas.

Soy un idealista  y creo que existe el Amor en oposición a muchos contemporáneos que quedaron decepcionados en su juventud y aseguran que eso es cosa sólo de adolescentes. Me decía una ex novia de 40 años: "yo ya no me enamoro". Y es cierto, muchos han dejado de pensar en una posible pareja, otros sólo buscan la compañía pragmática para evitar la soledad. Algun@s, como yo, creemos que es posible volver a experimentar todo el cumulo de emociones que implica el enamoramiento.  

Yo estoy soltero y vivo solo en un departamento. Me la paso bien, bailo tango, juego video juegos, bebo cerveza, a veces salgo con amigas, leo y escribo. Me la paso bien. Sin embargo, tengo la convicción de que existe una persona con similitudes y con quien podría empatar. Mi arrogancia y lo que tenga de egocentrismo no son tales para que me considere un ser superior y exclusivo. Soy único en cuanto a que tengo mis propios pensamientos, mi genética, mi combinación de vicios y virtudes. Pero no en el sentido de sentirme una gota de aceite en un mar de agua. Entonces, alguna mujer en algún lado compartirá intereses parecidos a los míos, con sus propias combinaciones y características únicas. La hay, porque el mundo es infinito como para pensar que no hay en él al menos una persona que comparta algo de lo que somos nosotros. Tan sólo en México hay 120 millones de personas, la mitad de las cuales son mujeres, de esas al menos habrá 10 millones dentro de mi rango de edad, quizá un millón estén en una situación civil accesible. ¡Un millón de mujeres! Aun si fueran mil o 100, son muchas posibilidades. Es un poco arrogante creer que "no hay nadie para mí". Ahora, en caso  que hablemos otro idioma las posibilidades incrementan considerablemente.
 
 

Así, vemos que tiene que ver más con nuestra actitud y no con un destino ya predestinado o  un producto de la casualidad. Dicen por ahí que vemos el mundo de la forma en como nosotros somos.

Entonces, creo que hay alguien capaz de despertar en mí el deseo de enamorarme, y aunque no ando por las calles ligando ni buscando mujeres, mi actitud es la misma que frente a muchas cosas de la vida: de apertura. No desisto, no aparto para mí un rincón de mundo, como dice Benedetti en su poema No te salves

Es un poco arrogante creer que el mundo no nos entiende. Pero si el "mundo" no nos conoce es imposible que pueda entendernos. ¿Cómo encontraremos a alguien con quien compartir nuestro tiempo si permanecemos herméticos, si nadie sabe de nosotros ni conoce nuestras virtudes y vicios (que para alguien pueden ser precisamente virtudes)? La negación a la vida es una forma de aislamiento, y si nos negamos a la vida estamos casi "muertos".

Es cierto que al paso de los años podemos haber sufrido decepciones y dolorosas rupturas, pero antes de insuflarnos de arrogancia creyendo que el mundo no tiene nada qué ofrecernos, habría también que reflexionar sobre si nuestra forma de afrontar nuestras relaciones no ha sido en parte la causa de que hayan fallado. No podemos culpar sólo al mundo sin también buscar en nosotros un poco de responsabilidad por lo que nos sucede.   

No niego que también me da miedo a veces, pero sé que el miedo impide vivir y yo quiero vivir. Tenemos sólo esta vida como para recorrerla al margen y equivocarnos es parte de ella; por otro lado, equivocarse no es fracasar, porque sólo podemos concluir que nuestra vida fue un fracaso en el último minuto que nos quede de aliento. Mientras, todo es posible; mientras habrá otras opciones, muchas.


No me gustan los lugares con mucha gente.

Hoy caminaba por las calles del DF y pasé por una zona donde hay bares y antros de baile. Siempre que paso por estos lugares experimento una sensación de desolación. Es una sensación que me provoca el hecho de no estar inmiscuido en ese tipo de diversión, como si el no formar parte de esa alegría me volviera un excluido. Y es que así llego a sentirme, como una especie de paria, ajeno a toda esa felicidad.

En el fondo debería preguntarme si realmente quiero estar en ese ambiente o es sólo el sentir que debería divertirme de esa forma. La música, el baile, la bebida, la compañía grupal, todo eso tiene tintes de alegría y felicidad y el no formar parte de eso me hace sentir mal. ¿Por qué no estoy yo ahí? ¿Por qué no voy a esos lugares? La verdad, no me siento cómodo  en los lugares concurridos. Si me dan a escoger prefiero estar con alquien o en un grupo pequeño, muy pequeño- tomando el café o bebiéndo cerveza, hablando de todo, compartiendo opiniones, etc.

Creo que quizá tiene que ver con lo que socialmente ha quedado establecido como diversión. En todos lados la diversión es euforia, baile, gritos, convivir con una multitud de personas bailando y bebiendo. Entonces, cuando eso a mí no me parece lo más divertido, o lo más agradable, experimento una especie de exclusión, me siento fuera de sitio, fuera de la norma.

No debería sentirme así. La forma que tengo de divertirme, de sentirme bien, es otra. Y eso no debería excluirme, menos provocarme un malestar. El baile, la multitud y la algarabía, al menos en ese ambiente y de esa forma, no me complacen del todo.

Quizá forma parte de los sentimientos que suelen experimentarse cuando salimos de lo ordinario, o cuando no compartimos los gustos de una mayoría y nos sentimos extraños, desencajados, solos. Y este sentimiento puede verse acrecentado por la crítica social que, al no compartir esos gustos, llega a llamarnos amargados, aburridos, etc.

La verdad es que es difícil cuando no compartes gustos generalizados, en cualquier aspecto. Cuando no adoptas el camino de la mayoría, eres señalado, juzgado y relegado. La sociedad así se comporta pero no por eso va uno a sacrificar su vida por darle gusto a los demás o para simplemente sentirse integrado, aunque sea sólo superficialmente.

martes, 1 de diciembre de 2015

Marisol, mi novia del barrio.

Marisol fue mi novia quinceañera del barrio. Fue la única novia que tuve que vivía en la misma calle que yo. Quizá sea una asociación facilona por la rima obvia, pero así ha sido y siempre la he asociado con un girasol. Cuando pienso en Marisol pienso en ésta flor.

Marisol era bonita, de piel clara, casi de mi estatura y de cabello muy largo. Era bonita, ya lo dije pero amerita que se repita. Me gustaba besarla porque era bonita (una tercera vez). Nos arrinconabamos detrás de los autos o en un umbral  a besarnos.

Yo por entonces cursaba el primer grado de la preparatoria. Ella el último de la secundaria en el turno vespertino, así que cada noche ella pasaba frente a mi casa en su uniforme, yo la esperaba y cuando la veía salía a su encuentro.

Siempre me quede con las ganas de tocarle los pechos a Marisol, jamás me lo permitió. Apenas sentía mis intenciones me sujetaba la mano. Yo quería hundir mis manos en ellos porque, a través del uniforme, se miraban tan firmes, tan redondos, tan bellos.

A los padres de Marisol no les agradaba que su hija tuviera novio, así que o se hacían los desentendidos o en verdad no lo sospechaban. Un día la reprendieron severamente porque algún chismoso o chismosa les dijo que se había ido conmigo a dar la vuelta en el carro de mi papá. Temían que algún adolescente cachondo la embarazara en su primera vez tal como sucedió.

Marisol comenzó a ser una incomodidad para mí debido al excesivo control de sus padres hacia ella y, consecuentemente, de ella hacia mí. Entonces, un día me vio despidiéndome de beso de Alejándra, mi vecina de al lado, de quien quizá hable después. Marisol, celosa como sus padres, me recriminó una noche y comenzó a llamarme "poco hombre", algo que no venía al caso siendo que ambos teníamos 15 años y que sospecho se trataba más bien de un diálogo aprendido en algún lado. Marisol quiso abofetearme pero alcancé a moverme; lo intentó una segunda vez, que también falló.

Así terminó mi relación con Marisol, la primera y única vez que fue de manera desafortunada.

Un par de años después vi a Marisol embarazada. Al día de hoy tiene dos niños y da la impresión de que su matrimonio no ha ido bien, se le nota en el semblante, en las maneras que ha adoptado. Aún conserva los rasgos de aquella niña bonita sólo que un poco erosionados.