viernes, 21 de agosto de 2015

El porqué de no querer hij@s.

No sólo llega a ser decisión de los solteros, también de muchas parejas que determinan posponerlo o, simplemente, no traer hij@s al mundo. En la red podemos encontrar artículos de opinión sobre las razones de “por qué no tener hijos”, así esta entrada abona al tema en una forma de validar muchas de esas razones que no son dadas al azar, sino que, por lo menos a mí, me han hecho ver que somos muchos quienes las compartimos. Se podría legar a pensar en que es ya un tema trillado, pero no, más cuando el no tener hij@s sigue siendo visto en muchos lugares como una afrenta social. Aún te miran como un “raro” cuando expones tu decisión; estando solter@ puede ser más tolerable, pero para quienes viven en pareja sin hij@s el extrañamiento es mayor. Así, estas son mis razones por las que considero que traer niñ@s al mundo no debe ser visoto como una simple cuestión de tradición, sino una responsabilidad que pocos, muy pocos asumen.

Comencemos por la cuestión de La responsabilidad. Un hijo implica una responsabilidad que va más, mucho más allá de la simple manutención; no son mascotas, y hasta a una mascota se requiere darle atención, amor y educación. Y aquí habría que separar la instrucción que se brinda en los colegios con la educación que debe darse en casa, algo que muchos padres no hacen ni logran diferenciar.

Les hablaré de un caso típico, muy común.  Unos amigos deciden ser padres, se embarazan y traen a una niña al mundo. Por cuestiones de inmadurez –aun cuando ellos tenían más de 30 años- discuten y se divorcian. La niña acaba viviendo de tiempo completo con la abuela materna, pocas veces convive con sus padres, ahora por separado en un tiempo repartido los fines de semana. Esta historia es muy común. Decidieron tener una niña para que la abuela la  cuidara. Ellos, inmaduros, no pueden salir de sus egoísmos y pelean por cada detalle estúpido. Eso es irresponsabilidad y no hay justificación para ella. Los niños no son mascotas que puedes dar en adopción cuando te estorban, aun cuando los “adoptantes” sean los abuelos.



Lo anterior no significa que por mantener la unidad familiar deban los hijos vivir las constantes peleas de sus padres, lo cual plantea un verdadero dilema lo que abona aún más a la difícil decisión de traer niños al mundo o no. Nadie sabe lo que sucederá en el futuro, pero tener un hijo no es como decidir sacar una casa en pagos; la casa puedes devolverla, esconderte –como muchos hombres hacen- y no pagar más, dejarla abandonada y ya. Un hijo, no. No debe ser una decisión tomada a la ligera, en ello va la vida de un ser humano.

El mundo apesta. Es algo que llegué a pensar que sólo yo consideraba. La visión pesimista que tengo del planeta, más concretamente de mi país, México, es una razón para no considerar correcto traer a un ser al mundo. La sociedad ha evolucionado, eso es innegable, pero hay cosas en las que ha retrocedido. Hablaré de México, de su situación y el contexto en el que estamos. México es un país gobernado por una mafia política que en los últimos años se confunde con la mafia del narcotráfico. Policías, gobernadores, senadores, jueces, militares y criminales están  mezclados de una forma cínica. México no es Afghanistan, ni Palestina, ni Serbia. Es un país sin un conflicto abierto y que se reduce a estallidos sociales que han tomado cierta envergadura. Así, en mi país se puede llevar una vida “normal”, puedes trabajar, estudiar, superarte, crecer,… y mientras el crimen no toque tu vida todo esta bien, de lo contrario, te verás inmerso en esa horda corrupta que inunda el gobierno en todos los sectores, desde el policía hasta el juez y el mismo presidente. Claro, México no es el mundo, pero es mi mundo, el mundo en el que me desarrollo y vivo. Pensar que mi hijo vivirá en Bélgica, en Canadá, o en otro mejor lugar, es una utopía, además sería un hijo lejos de mí, en algo muy similar a dejarlo abandonado con sus abuelos. Es mi visión pesimista del país, y siento que no  es el mejor lugar para que un hijo o una hija mía transcurran su vida.


La libertad. Para muchos esta es la parte en donde recurren a llamarnos “egoistas”, porque pensamos en nosotros más que en ese hipotético hijo o hija, pero eso ya lo traté en la entrada “El egoísmo de l@s solter@s”.

Algun@s solter@s, y también algunas parejas, hemos decidido dedicar nuestra vida a nosotros mismos; decidimos disfrutar de esa libertad que nos permite el no tener quién dependa de nosotros. Si eres un irresponsable tener hij@s o no tenerlos te vendrá igual, pero eso es una canallada.

Me gusta mi vida, me gusta estar centrado en mí, en mis gustos, en mis actividades, en mis placeres. Tener hij@s te consume la vida, porque así lo requiere. Hay quienes lo disfrutan, quienes viven feliz con eso y es magnífico, esos son los buenos padres, los que disfrutan a sus hij@s y están con ellos. Pero, en un acto de honestidad que todos deberíamos tener, la paternidad no es algo que me motive, al menos no en este momento.



Existe una gran cantidad de mujeres que viven como madres solteras, por consiguiente existe esa misma cantidad de hombres que no están con sus hij@s, y en lo que a mí respecta, en los casos que he conocido, muchos de ellos no tienen la mínima intención de ocuparse de ellos. Huyen, evaden su responsabilidad. Socialmente eso no se ve mal, pues es casi una regla hallar hombres irresponsables. A eso agreguemos la falta de educación de much@s niñ@s, -en México tenemos el primer lugar en Bullyng, lo que da una idea de lo fallida que esta la educación de l@s hij@s-. 

Desde mi estado actual, desde mi soltería, sin hij@s, sin haber dejado a una mujer en la soledad de educar a un@, veo que existe mucha irresponsabilidad en la decisión de ser padres, cuando es una decisión, porque aún en éste siglo, con tantos anticon


ceptivos, hay quienes son tan estúpidos como para embarazarse en la primera cogida. Yo tengo 36 años, viví con una mujer durante dos años y he cogido muchas veces; no tengo hij@s, así que no existe el embarazo por accidente, existe el embarazo por falta de educación y por estupidez.

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