domingo, 29 de noviembre de 2015

Lupe, abuela a los 30 años.

Hace un par de días vi a Lupe, a quien conocí cuando yo tenía 15 años y ella un poco menos. La vi pasar con su nieto, porque su hija se embarazó siendo una adolescente igual que como sucedió con ella. Y es que suelen repetirse los patrones cuando el medio en el que te desenvuelves no cambia. 



Mucho tiempo después de que Lupe se embarazó y dio a luz, uno de mis hermanos me dijo que yo le gustaba a Lupe. Jamás me lo hubiera imaginado y por entonces yo andaba con Marisol, de quien hablare después.

Lupe era y sigue siendo una mujer guapa, pero como sucede con muchas de las niñas en la colonia donde crecí, acabó embarazada y abandonada antes de los 18 años. Así que Lupe se convirtió en abuela soltera a los 30 y tantos. Me resulta extraño, como si viviéramos en mundos distintos por el hecho de que ella ya es abuela mientras yo sigo soltero y sin hijos.  


Suelo pensar en eso, en la tranquilidad de mi vida frente a la de quienes tienen responsabilidades tan grandes como las de lidiar con bebés a los 20 años o con adolescentes a los 30. Supongo que gozo de muchos privilegios de los que Lupe y otros y otras tantas no pueden disfrutar o ya ni siquiera recuerdan. 

sábado, 28 de noviembre de 2015

Nuestras exigencias al buscar pareja.

Cuando vi la película "Amor ciego"(Gwyneth Paltrow, Jack Black y Jason Alexander) me sentí un poco aludido y me quedé pesando en la actitud de los dos solteros en su viaje por buscar mujeres.

Se dice que conforme avanzamos en edad nos volvemos más exigentes para aceptar a alguien como pareja, y esto es cierto, basta hablar con algunas personas para escuchar la infinidad de defectos que suelen encontrar en los pretendientes que van encontrando a su paso; le dejan a uno la impresión de que son personas de gustos exigentes y no se conforman con cualquiera. Entonces me pregunto qué tan cierta es esa exigencia y que tanto puede tratarse de un auto sabotaje que en el fondo ocultaría miedo e inseguridad, algo así como con los personajes de ésta película.

La historia trata de dos solteros bastante "exigentes" en su selección de mujeres, y aún cuando para nosotros puedan parecer guapas y simpáticas ellos siempre deciden rechazarlas por pequeños detalles que sobreestiman como defectos imperdonables. Defectos tan absurdos como la asimetría en los dedos, una nariz muy chata o muy picuda, orejas grandes, etc. Por supuesto esa "exigencia" aplica también para el comportamiento de las chicas. Como en las personas de la vida real, parece que no existe sobre la tierra alguien que cubra sus espectativas, y creo que así solemos comportarnos a veces, como solteros y solteras cotizadas a los que nadie nos llega.

Sin embargo, ¿qué tanto nos podemos estar comportando como estos dos solteros? Ambos personajes están lejos de ser considerados galanes, vamos, no impactan con su personalidad, no son modelos y distan mucho de serlo, algo que evidentemente contrasta con sus exigencias. Básicamente volvemos al ideal del príncipe y la princesa, a la aspiración por la pareja perfecta, incólume. Esperamos algo que no existe, al menos en el aspecto absoluto bajo el que l@s vamos calificando.  Como ya no estamos en edad de creer en príncipes y princesas, creo que esto es algo sobre lo que deberíamos reflexionar. De hecho hay un video en youtube que refleja esta forma de comportamiento, aparentemente deseamos encontrar alguien con quien compartir nuestra vida, sin embargo, cuando tenemos la oportunidad de comenzar algo, saltan nuestras criticas hacia esa persona. 



La experiencia nos vuelve más prudentes, pero también puede volvernos miedosos sin que nosotros nos percatemos de ello. Asumimos actitudes ante la vida que nos impiden disfrutarla como cuando eramos adolescentes: nos da miedo equivocarnos, sentir dolor, sufrir. Quizá mucho de esas "exigencias" tenga que ver con ésto. Es cosa de pensarlo.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Relacionarse con una madre soltera. Cuatro puntos a considerar.

Si se van a relacionar con una madre soltera o divorciada les sugiero tener en mente estos cuatro puntos.

1.- E
s mamá. Para toda mujer con hijos ellos son y serán siempre su prioridad. Muchas mujeres se sacrifican a ellas mismas por sus hijos, así que es importante tener en cuenta que su vida gira entorno a ellos, por lo que tendrás que lidiar con cancelaciones de citas, interrupciones, poca privacidad y básicamente con el horario que impongan sus hijos. 

2.- El cansancio. Ser madre soltera es agotador, así que cuando tienen un tiempo libre sin sus hijos no es extraño que sólo quieran descansar y no deseen salir. No siempre la ausencia de sus hijos implicará un fin de semana de reventón o de sexo salvaje. 

3.- El ex. El ex marido o el ex novio, osea el padre de sus hijos, es una presencia que jamás va a desaparecer. Si eres una persona madura y no eres celoso paranoide es algo con lo que se puede lidiar, sin embargo, existe el riesgo –casi como una norma- de que el ex se comporte como un verdadero niño cuando se entera de que su ex mujer tiene una nueva pareja. El ex puede volverse un fastidio por sus desplantes de inmadurez y celos absurdos. Ahora que si eres un celoso paranoide mejor piénsalo, porque jamás dejará de tener contacto con su ex y tu paranoia te hará pensar muchas cosas estúpidas.

4.- Los niños. Si tienes problemas de tolerancia con los niños mejor ni te metas en ese terreno. Muchos niños de padres separados presentan conductas extrañas derivadas del efecto que les provoca la separación de sus padres, así que suelen ser caprichosos, mimados, llorones o agresivos. No todos, aclaro, pero suelen serlo. Entonces te enfrentas con unos niños afectados y puede ser muy muy estresante. Si eres paciente y te agrada convivir con niños puedes ser de ayuda. Si no eres de este tipo, mejor piénsalo.

Encontrar pareja después de los 30's

Parece que después de cierta edad encontrar pareja se vuelve una tarea complicada. En lo personal así lo siento a veces. Recuerdo que en años pasados era mucho más fácil relacionarme con las personas, había mayor cantidad de mujeres a quienes hablarle y las convivencias eran más sencillas. Creo que pasados los 30’ las cosas se ponen más complicadas. He aquí lo que considero son las 6 razones principales.

1.      La mayoría ya están casad@s. Si has pasados los 30’s sin haberte casado te encontraras con el hecho de que muchas de las personas que vas conociendo en tu camino están ya casadas o comprometid@s. La mayoría comienza a casarse en los 20’s, por lo que la cantidad de solteros y solteras se reduce en los 30’s, entonces no te queda más que considerar la posibilidad de relacionarte con alguien menor edad; quizá para los hombres este no sea un problema, pero creo que para las mujeres sí puede llegar a serlo.

2.      Solter@s con hijos. Desafortunadamente, muchos de los que se casaron antes de los 30’s acaban divorciándose o separándose dejando una gran cantidad de mujeres solteras con hijos. Aunque también hay papás solteros la realidad es que existe una notable mayoría de madres solteras (algo que deja muy mal parados a los de mi género). Esto implica que el noviazgo con solteros y solteras de este tipo conlleva lidiar con los hijos, algo que debe pensarse muy bien si lo que uno busca es una relación más libre: los hijos son en extremo demandantes y la mayor parte del tiempo tendrán la atención de tu pareja. Muchos simplemente decidimos alejarnos cuando nos enteramos de que quien nos gusta tiene hijos.


3.      Exceso de actividades. Llegando a los 30´s es muy probable que ya te encuentres metido de lleno a la parte de la población económicamente activa, y muchos pasamos gran parte de nuestro día dedicados al trabajo por lo que vamos dejando de lado nuestra vida personal, algo que no me parece del todo correcto pero que desafortunadamente nos atrapa y no solemos darnos cuenta sino mucho tiempo después. Vivimos tan abocados a nuestras actividades que no nos queda tiempo para trabajar en una relación. Tener pareja implica tiempo para conocerse, para salir, para convivir, y si no estamos en la disposición de hacernos esos espacios relacionarnos con alguien se vuelve casi imposible.



4.      Cicatrices que no cierran. Como he dicho en el punto 2, muchos de los que se casaron acabaron separados; esas rupturas dejan heridas que a veces no han sanado o tardan en hacerlo y esto nos da como consecuencia una cierta cantidad de hombres y mujeres temerosas de “abrirse” a una nueva experiencia. Muchos optan por evitarlas como una forma de protegerse ante un nuevo y doloroso fracaso. Así que aunque estén solteros y no tengan hijos, nos encontramos con que simplemente no quieren saber nada de aventuras amorosas.




1.      ¿Somos más exigentes? Esto no me convence mucho y siento que tiene más que ver con una forma de auto sabotaje derivado del punto 4. En efecto nos hacemos más selectivos al buscar con quien relacionarnos, y esto porque la experiencia nos ha enseñado que hay más cosas a considerar que el simple amor. Sabemos que de amor no se vive, no se come y no es suficiente para una buena relación. Sabemos que vivir con alguien implica muchas otras cosas a considerar al momento de pretender enfrascarnos en una relación con alguien. Sin embargo, esto no me convence del todo porque está el riesgo de volvernos herméticos, pragmáticos y más idealistas que un adolescente: buscamos a una persona “perfecta”, sin vicios, sin “malos” hábitos, sin complejos, sin miedos, sin hijos, sin defectos, etc. Habría que reflexionar qué parte de nuestra exigencia es consciente y qué parte es una consecuencia inconsciente de nuestras malas experiencias. 

martes, 17 de noviembre de 2015

La muerte de un amigo

En días pasados falleció un ex compañero de la secundaria.
Gracias a las redes sociales nos hemos podido reunir ex compañeros de la adolescencia con los que cursé los tres años de secundaria; en dos de esas reuniones lo vi y se le veía sano, joven, realizado, casual, como a mis otros compañeros,  así que la noticia de su muerte fue sorpresiva y lo fue más por las circunstancias de su muerte.

Según lo que me dijeron, dormía y en la madrugada comenzó a sentir molestias en el estómago. Tenía reflujo y como consecuencia murió ahogado, de una broncoaspiración; así de fácil, así de simple.

Fue impactante porque son cosas que no esperas y ni siquiera puedes intuirlas. Si hubiera estado enfermo o llevara una vida riesgosa y con vicios incontrolables podríamos ligar su muerte con ella, pero no fue así. Murió en su cama, mientras trataba de dormir, al lado de su pareja que no pudo hacer nada.

Hace un par de semanas tuve una cruda (resaca por el exceso de alcohol) como nunca la había tenido. En la madrugada estuve vomitando y al día siguiente tenia mareos, asco y en un momento del regreso a mi casa experimenté hormigueo en los brazos. Sentí que me cargaba la chingada, entré en pánico y fui a ver a un doctor: es una cruda, me dijo. Semanas antes me había excedido también, aunque no tanto, y me la pase acostado en mi cama, temblando como Nicolas Cage en Living Las Vegas. Así que no puedo evitar pensar en eso: ¿Y si me pasara algo? Nadie estaría para ayudarme y me encontrarían muerto días después.  

La muerte tan repentina y hasta cierto punto absurda de este amigo me hizo pensar en eso. Vivo solo, me puedo atragantar hasta con la comida y no habrá ni quién me auxilie. 

Uno puede morir de muchas formas. Da un poco de miedo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

¿Por qué casarse?

¿Es el matrimonio un estado al que todo ser humano debe aspirar? ¿Es el camino idóneo, la aspiración máxima o sólo una tradición que se sigue en la mayoría de las veces sin razonamiento de
por medio?

En lo que a mí respecta hay mucho de esto último. Creo que muchas personas ven al matrimonio como una estación por la que forzosamente habrán de pasar algún día sin cuestionarse si esa visión es por tradición o realmente forma parte de un deseo consciente. Y así, casi sin dudarlo, puedo asegurar que muchos se han casado porque es la línea de vida acostumbrada, sin contar a aquellos que lo asumen como un mandamiento religioso.

Mucha gente, muchos matrimonios, viven presos por esa idea social de casarse y por lo tanto viven frustrados en una relación que muy en el fondo no deseaban. ¿Por qué lo digo así? Porque ha sido una triste realidad ver como muchos matrimonios acaban en las peores condiciones, y como muchos otros mantienen el contrato sólo por la incapacidad de ir contra ese Ente que les ha indicado que ese es el fin de la vida, aun cuando para ellos esa vida esté llena de sufrimiento y frustración.

Es un poco fastidioso ver la importancia que le dan a esta unión cuando en la práctica el matrimonio es, en muchos casos, una farsa que se defiende a ultranza; y como solteros lo vemos cada que alguien nos pregunta por qué no nos hemos casado, dándole al matrimonio un carácter de obligatoriedad que, socialmente, no hemos cumplido; el no haberlo hecho nos hace ver raros.

Por otro lado, tengo que decirlo, conozco muchos infieles, tanto hombres como mujeres. Y es entonces cuando me pregunto ¿Por qué se casaron? Bueno, lo hecho, hecho está, pero entonces ¿por qué no se separan si ese contrato ya no funciona? ¿Miedo? ¿Son incapaces de vivir solos o solas? ¿Es que prefieren vivir en una mentira? ¿A caso no hay otra forma de vida? Lo más triste es cuando los hijos son la única razón de que la pareja se sobrelleve.

Y no es que considere que el matrimonio como opción de vida sea lo que falla, porque existen parejas que funcionan realmente bien y cuyo desarrollo y plenitud es evidente. Creo que lo que falla es el individuo o la dupla que llegan al matrimonio porque "es el camino, la ruta del amor". Creo que cuando se asume de esa forma, el matrimonio se convierte en lo opuesto.

Pensemos en dos personas se llevan bien, se aman, se disfrutan mutuamente, les gusta estar juntos porque entre ellos hay una especie de armonía musical placentera y satisfactoria. ¿Qué sigue?
La respuesta casi inmediata es "casarse y formar una familia", aun cuando ni siquiera estén en condiciones para ello. El amor no tiene por qué tener por consecuencia el matrimonio y  los hijos; no es, como se ha hecho creer, la única manifestación máxima de amor y compromiso, y de esto hay evidencia de sobra.

Considerando el mismo ejemplo, de la pareja de novios que se aman, ¿qué sigue? Considero que lo que sigue no es necesariamente el contrato, sino la continuidad del crecimiento de la pareja por medio del crecimiento de los integrantes, la realización individual que fortalece la relación. En el trajín, en la evolución de ambos, llega el momento en que deciden emprender la vida juntos, ser independientes ellos mismos para serlo como pareja.  Experimentan la felicidad en el crecimiento del otro. En una relación así el contrato jamás llega a ser un fin, menos la expresión máxima de amor, ya que ésta va manifiesta en el apoyo mutuo, en el deseo de libertad y crecimiento de nuestra pareja, y es una manifestación constante, de todos los días y no sólo de un simple acto. En esta forma de relación el matrimonio se convierte en una pieza más y no en un fin.

Por eso a veces cuando sé que una pareja joven ha decidido casarse, y me refiero a menores de 25 años  pienso que no hay por qué tener tanta premura; siento que al paso de los años un gran porcentaje acabará en la misma situación que muchas otras parejas, más aún cuando son evidentes las manifestaciones de celos, de opresión, de falta de individualidad y de intereses que vayan más allá del matrimonio.


No sé a qué edad sea correcto vivir con alguien, pero creo que a menor edad hay más probabilidades de que nos veamos influenciados por el medio y que un matrimonio fracase. Además, algo he visto: aún los novios más enamorados, tras casarse pueden hacer del matrimonio un verdadero infierno.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Los pechos de Elsa

Hoy son todos tan lejanos.

Pero hubo un tiempo en que tenía acceso a ellos, a mirarlos, a deformarlos con los dedos, a pesarlos con las palmas abiertas.

Podía verlos en todas sus formas; tendidos hacia un lado, uno casi sobre el otro; o reposando a los lados, sin peso, tan suaves, cuando se recostaba boca arriba; o como péndulos cuando andaba desnuda por la casa y marcaban el tiempo entre sístole y diástole; o recién bañados y tibios, aun guardando un poco del calor del agua caliente.

Me eran accesibles y podía recostar mi pensamiento en ellos, la curiosidad inacabada, manifiesta en esa insistencia infantil por tocarlos a cada oportunidad.

Y los contrastes de la piel en relieve con las licras y olanes; la desinteresada manera en que ella los acomodaba dentro de las copas y lo bello que era mirar eso.
Y luego, a liberarlos, a agitar el aire, al ofrecimiento descarado sabedora de mis deseos perennes: el pezón como preludio, como llama ardiente que quema la punta de la lengua.

Y lo mejor -castigo y dicha-, interminable origen de la ansiedad jamás satisfecha. La lengua se enrosca, dibuja caminos locos que se absorben como agua en tierra fértil; de ahí quería consumirte, acabarte, engullirte entera. Pesaban sobre mi ojo, sobre mi mejilla; ponía todo su peso en mis labios insuficientes.


Hace mucho de eso y que nostalgia. Qué necesidad la que a veces me embarga. 

lunes, 9 de noviembre de 2015

La nostalgia por mi ex

El otro día hablaba con mi amigo J... y le confesé una idea recurrente sobre mi ex, con la que viví dos años, que no me abandona: "A veces quisiera verla y pedirle que regrese conmigo". Como si nada hubiera pasado, como si estos años no los hubiera vivido.


A veces me da por pensar que no habrá otra relación que supere lo que viví con ella, y esta idea se ve reforzada porque a lo largo de estos cinco años, desde nuestra separación, no he logrado una relación tan completa como la tuve con ella. Han sido malas relaciones, pasajeras, relaciones espontaneas que han durado lo que hemos tardado en conocernos. Nada que se comparé, nada que haya alcanzado el nivel de relación que teníamos. Y tengo esa sospecha de que quizá no vuelva a suceder, aunque a decir verdad reconozco que esta sensación puede estar más ligada a que no la he dejado ir, a que la mantengo como una herida abierta a la que vuelvo constantemente sin permitir que cicatrice.

También tengo la absurda idea de que alguien me ayudará a hacerlo y que ese alguien será con quien vuelva a tener una relación tan estrecha. Vivo con la esperanza de que una mujer me hará olvidarla, que hará renacer esa pasión perdida, olvidada. Creo que es un error, aunque no lo sé de cierto.

Hay una pieza en todo esto que no alcanzo a dilucidar; no alcanzo a comprender del todo mi situación y no he encontrado el camino ni la forma de hacerlo. Siento que de alguna manera voy herido sin ser consciente de ello, y que ese dolor aún latente es el que me impide aventurarme a conocer a otras personas. Será que no la he perdonado, será que no me he perdonado. No lo sé.

En verdad a veces quisiera llamarle y pedirle que vuelva. Me da por pensar que todo este tiempo ha sido un desperdicio, y es que a la distancia los errores se ven diferentes, se ven como verdaderas estupideces. Sin embargo, no sé qué parte de mi deseo es por mi incapacidad de aceptar que todo ha terminado, y cuál es la concerniente a la realidad.

A veces me siento realmente jodido. 

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una carta para María

Ya ves que no te necesito, que he pasado todas estas lluvias sin ti, que he velado todas estas noches sin hablar contigo, que ni siquiera me he afanado en buscarte.  He podido vivir sin ti y más aun he disfrutado de esta vida.

¿Has sentido que a veces hay días especiales en los que inexplicablemente amanecemos más
radiantes que otros? Tengo la absurda idea de que en esos días andas muy cerca. Pero no te busco, no ando persiguiendo "Marías" como quien levanta piedras para encontrar oro. Tampoco me hago acompañar innecesariamente ni mendigo compañía para paliar una soledad que no padezco. Has de saber que me encuentro bien, batallando a diario sin queja ni resignación pues he tomado esta vida por convicción y no como una fatídica consecuencia, es la vida que quise, la vida que escogí.
No diría que es una vida difícil, mas bien es compleja, llena de aventuras y retos que no siempre han salido bien. He perdido muchas veces y no sé la cuenta de las veces que he ganado. Las caídas las tengo mas presentes porque, inevitablemente, son los días en que más pienso en ti. Sabrás entonces que ahora que nos veamos me hallarás con viejas cicatrices y quizá algunas muy recientes. Eso mismo adivino en ti, los mismos días malos, los mismos miedos e inseguridades, la misma forma de procurar un mundo más a tu manera.

Mira, no tengo necesidad de ti, pero tengo un deseo y un gusto prevaleciente por verte, por hablar y hallar todas esas cosas que desconozco y que forman parte tuya, el mundo que traes a cuestas, esa estela que has dejado en tu paso por esta vida. Será interesante y entretenido escucharte hablar de esos años tuyos que has acumulado. ¿Tienes un auto? ¿una casa? ¿un libro escrito, una esperanza terca, un sueño ridículo?  Ojalá mientras te escribo esto tus días no estén tan malos. Aunque no te conozco sé que eres capas, que vences tus miedos, que llegaras a esa cita con las rodillas y el alma raspadas. Sé que así te reconoceré.


Mariana

Les voy a hablar de Mariana.
Mariana es una joven bachiller, lo que me resulta un poco desafortunado ya que eso nos pone en dos mundos paralelos cuya distancia es infranqueable. Mariana es una vecina de por el rumbo donde viví con mi familia tantos años. Mariana desborda juventud y en ese desborde siempre te contagia. Pero Mariana es también bonita y simpática, Mariana quiere ser médica forense.
Cada que veo a Mariana le pregunto su edad esperanzado quizá a que en cada reiteración se le pudieran ir sumando años a su vida hasta alcanzarme, como si mis años no transcurriera a la misma velocidad de los de ella. Así ha sido desde que la conocí: primero 15, luego 16, 17....
.-¿Cuántos año tienes, Mariana?
.- Voy a cumplir 18.
Mariana se ríe de casi todos mis chistes por malos que sean, tiene el humor intacto, la alegría en ella misma. Nos saludamos en la calle cuando ella vuelve de la escuela y yo salgo de la visita con mi padre. Mariana es guapa, graciosa, de piel clara; Mariana baila cuando la música suena. Mariana esta alegre de cumplir 18 años y yo la motivo: podrás entrar a donde quieras. A Mariana eso la hace feliz.

Me gusta cuando nuestras vidas se cruzan sin tocarse porque Mariana es esos años distantes, el recuerdo de la indiferencia por la vida, de las sorpresas constantes dónde todo es nuevo. Mariana renueva todo, renueva mi risa, mi pensamiento, es explosiva y hace de su risa una fiesta. Es como si ella me recordara lo olvidado, la locura y la simpleza de lo que realmente importaba.
Me gusta encontrarme con Mariana, aunque sea a lo lejos y aunque sea apenas para preguntarle su edad.