¿Es el matrimonio un estado al que todo ser humano
debe aspirar?
¿Es el camino id
óneo, la aspiraci
ón m
áxima o s
ólo una tradici
ón que se sigue en la mayor
ía de las veces
sin razonamiento de
por medio?
En lo que a mí respecta hay
mucho de esto último. Creo que muchas personas ven al matrimonio
como una estación por la que forzosamente habrán de pasar algún día sin
cuestionarse si esa visión es por tradición o realmente forma parte de un deseo consciente.
Y así, casi
sin dudarlo, puedo asegurar que muchos se han casado porque es la línea de vida
acostumbrada, sin contar a aquellos que lo asumen como un mandamiento religioso.
Mucha gente, muchos
matrimonios, viven presos por esa idea social de casarse y por lo tanto viven
frustrados en una relación que muy en el fondo no deseaban. ¿Por qué lo digo así? Porque ha
sido una triste realidad ver como muchos matrimonios acaban en las peores
condiciones, y como muchos otros mantienen el contrato sólo por la
incapacidad de ir contra ese Ente que les ha indicado que ese es el fin de la
vida, aun cuando para ellos esa vida esté llena de sufrimiento y frustración.
Es un poco fastidioso ver
la importancia que le dan a esta unión cuando en la práctica el matrimonio es, en muchos casos, una farsa
que se defiende a ultranza; y como solteros lo vemos cada que alguien nos
pregunta por qué no nos hemos casado, dándole al
matrimonio un carácter de obligatoriedad que, socialmente, no hemos
cumplido; el no haberlo hecho nos hace ver raros.
Por otro lado, tengo que
decirlo, conozco muchos infieles, tanto hombres como mujeres. Y es entonces
cuando me pregunto ¿Por qué se casaron? Bueno, lo hecho, hecho está, pero
entonces ¿por qué no se separan
si ese contrato ya no funciona? ¿Miedo? ¿Son incapaces de vivir solos o solas? ¿Es que
prefieren vivir en una mentira? ¿A caso no hay otra forma de vida? Lo más triste es
cuando los hijos son la única razón de que la pareja se sobrelleve.
Y no es que considere que
el matrimonio como opción de vida sea lo que falla, porque existen parejas
que funcionan realmente bien y cuyo desarrollo y plenitud es evidente. Creo que
lo que falla es el individuo o la dupla que llegan al matrimonio porque
"es el camino, la ruta del amor". Creo que cuando se asume de esa
forma, el matrimonio se convierte en lo opuesto.
Pensemos en dos personas
se llevan bien, se aman, se disfrutan mutuamente, les gusta estar juntos porque
entre ellos hay una especie de armonía musical placentera y satisfactoria. ¿Qué sigue?
La respuesta
casi inmediata es "casarse y formar una familia", aun cuando ni
siquiera estén en condiciones para ello. El amor no
tiene por qué tener por consecuencia el matrimonio
y los hijos; no es, como se ha hecho
creer, la única manifestación máxima de amor y
compromiso, y de esto hay evidencia de sobra.
Considerando
el mismo ejemplo, de la pareja de novios que se aman, ¿qué sigue? Considero que lo que sigue no es necesariamente
el contrato, sino la continuidad del crecimiento de la pareja por medio del
crecimiento de los integrantes, la realización individual que
fortalece la relación. En el trajín, en la evolución de ambos, llega el momento en que
deciden emprender la vida juntos, ser independientes ellos mismos para serlo
como pareja. Experimentan la felicidad
en el crecimiento del otro. En una relación así el contrato jamás llega a ser un fin, menos la expresión máxima de amor, ya que
ésta va manifiesta en el apoyo mutuo, en el deseo de
libertad y crecimiento de nuestra pareja, y es una manifestación constante, de todos los días y no sólo de un simple acto. En esta forma de relación el matrimonio se
convierte en una pieza más y no en un fin.
Por eso a
veces cuando sé que una pareja joven ha decidido
casarse, y me refiero a menores de 25 años pienso que no hay por qué tener tanta premura; siento que al paso de los años un gran porcentaje acabará en la misma situación que muchas otras parejas, más aún cuando son
evidentes las manifestaciones de celos, de opresión, de falta de
individualidad y de intereses que vayan más allá del matrimonio.
No sé a qué edad sea correcto vivir con alguien, pero creo que a
menor edad hay más probabilidades de que nos veamos
influenciados por el medio y que un matrimonio fracase. Además, algo he visto: aún los novios más enamorados, tras casarse pueden hacer del matrimonio un verdadero
infierno.